CHRISTYAN ESTRADA, LESLIE DELGADO, VICTOR BARRÓN, NORMA RAMÍREZ, JESSICA ROSALES, IVONNE AGUILERA
Parte 2/2
A pesar de los desafíos que implican las diferencias culturales y el idioma, ciudadanos de otros países eligen a Coahuila para vivir, principalmente por la seguridad que la entidad ofrece, pues comparada con otras regiones del país, Coahuila destaca por la paz y tranquilidad con la que se vive, aunado a la oportunidad de desarrollo económico y los grandes paisajes y lugares turísticos que se pueden encontrar en el estado.
Yifei Zhu, originaria de China, encontró en Saltillo un atractivo comercial
Desde hace nueve años, Yifei Zhu ha forjado una vida en Saltillo. Proveniente de Cantón, China, Zhu llegó a la ciudad en busca de nuevas oportunidades y encontró en la Plaza de la Tecnología el espacio ideal para desarrollar su negocio de productos electrónicos. A pesar de los desafíos que implican las diferencias culturales y el idioma, ha logrado establecerse y consolidar su comercio en este lugar, donde su clientela continúa creciendo.
En entrevista con Grupo Región, Zhu compartió que su éxito en Saltillo se debe en gran medida a la seguridad y tranquilidad que ha encontrado en el estado. Estas condiciones han sido clave para que el comerciante chino se sienta en confianza y pueda dedicarse plenamente a su negocio. “A veces el idioma es difícil, pero la gente es amable y la ciudad es segura; eso me ha permitido trabajar tranquilo”, comentó.
A pesar de vivir lejos de su tierra natal, Zhu mantiene una conexión estrecha con su familia y amigos en Cantón, a quienes visita cada año. La Navidad, según declaró, es una de las celebraciones que más disfruta en México, pues el ambiente festivo y la unión familiar le recuerdan las celebraciones en su propio país. Además, confesó con una sonrisa que la comida mexicana ha sido uno de los aspectos que más ha disfrutado desde su llegada.
“Un pariente se vino para acá y me invitó a trabajar en sus negocios, y me quedé aquí junto con mi familia”, relató.
Asimismo, mencionó que gracias a las condiciones de seguridad logró establecerse junto con su esposa, quien además trabaja con él, y su hijo.
Yifei Zhu representa uno de los muchos casos de personas que, aunque originarias de otros países, han encontrado en Saltillo un segundo hogar. Con su historia, muestra cómo la integración y el respeto mutuo pueden enriquecer la cultura de una comunidad y aportar al desarrollo económico local.
Daniel, venezolano, decide vivir en Piedras Negras por su seguridad
Para Daniel Antonio Murillo Colmenares, un venezolano de 37 años que llegó a Coahuila hace seis años, la seguridad es el principal atractivo que ofrece esta entidad a los extranjeros. Comparada con otras regiones del país, Coahuila destaca por la tranquilidad con la que se vive, un factor determinante en su decisión de quedarse.
Murillo recordó su llegada a México a través de Nuevo Laredo, Tamaulipas, una experiencia que marcó su vida. En esa ciudad, enfrentó un intento de secuestro del que logró escapar. “Fue un momento aterrador, sentí que mi vida estaba en peligro, pero al salir bien librado decidí no mirar atrás y seguir adelante”, narró.
Ese difícil episodio lo condujo a Piedras Negras, Coahuila, en busca del sueño americano. Sin embargo, lo que comenzó como una escala en su travesía se transformó en un nuevo capítulo en su vida. “Nunca imaginé que me quedaría aquí, pero Coahuila me ofreció una paz que no había sentido en mucho tiempo”, comentó.
En estos seis años, Murillo no solo regularizó su estatus migratorio, sino que también encontró el amor. Hace cuatro años, se casó con su pareja, Luis Sifuentes, y juntos trabajan en el área del entretenimiento. Ambos han logrado integrar las culturas mexicana y venezolana en su día a día, disfrutando de las oportunidades y la estabilidad que les brinda el estado.
“Coahuila no solo me dio seguridad, también me permitió construir un hogar y una nueva vida”, concluyó Murillo, quien ahora ve al estado como su lugar de pertenencia.
Oscar Salazar, colombiano enamorado del desierto coahuilense
Originario de la ciudad de Sincelejo, capital del Departamento de Sucre, en Colombia; Oscar Enrique Salazar Padilla es un sociólogo, abogado y catedrático que ha pasado 41 de sus 66 años de vida en una región como es La Laguna; y en ese tiempo, como extranjero le han conquistado desde el sentido de comunidad y el alma festiva de sus habitantes, hasta el desarrollo y la seguridad que existen en el estado, pero sobre todo, se dice enamorado de los amaneceres y la belleza del atardecer del desierto de Coahuila.
Fue en 1983 cuando Oscar dejó el verdor de la costa caribe colombiana y viajó a México por invitación de un amigo, tambiéj colombiano, con el fin de unirse como colaborador del Centro Indoamericano de Capacitación y Desarrollo en tierras coahuilenses. Y atrás quedó también una compleja problemática de violencia ligada a la presencia de frentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y de otros grupos paramilitares.
“Y entonces llego a Coahuila y me encuentro con un estado en una realidad, todo lo contrario a lo que se vivía allá en Colombia. Había mucha tranquilidad, me gusta mucho eso, mucha seguridad, muchas oportunidades de estudios, creo que México en general es un país que, la verdad, no estudia el que no quiere”, expresó.
Oscar compartió que en Sincelejo, los jóvenes de esa época se enfrentaban a la falta de opciones en materia de educación y empleo, lo que en su caso fue distinto al arribar a Torreón, donde ingresó a la Universidad Autónoma de Coahuila para estudiar Sociología y años más tarde, se convirtió en profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, institución donde había llevado su formación profesional.
“Y eso es lo que me arraiga y me motiva y me hace valorar y revalorar a Coahuila, además, aquí hay muchas fuentes de empleo y que te dan esas empresas oportunidades de acceso a trabajar, cosa que en Colombia tampoco existía”, manifestó.
De esta manera, Oscar ha pasado más de la mitad de su vida en Coahuila y hoy tiene dos hijos de su primer matrimonio con una lagunera; adora la gastronomía de la región y sostiene que no hay manjar más delicioso que una gordita de chicharrón acompañada de una Coca-Cola. Manifestó llevar a México en el corazón desde niño, pues su padre trabajaba en la radio, donde tenía un programa llamado “Bajo el cielo de México” y ahí, el catedrático tuvo contacto con la música de Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía y muchos intérpretes más, quienes son admirados en el país sudamericano donde la cumbia, salsa, merengue y vallenato son los géneros predominantes.
Y como buen colombiano, el profesor tiene su lado futbolero y es un apasionado seguidor del equipo Junior de Barranquilla, pero su corazón guarda también un sentimiento por los colores del Santos Laguna de la liga mexicana.
Sin embargo, el idilio con esta tierra no fue inmediato, pues al haber crecido en el Caribe, sus primeros años en la comarca lagunera fueron de difícil adaptación en relación al árido paisaje y a sus fríos inviernos. De modo que la transformación en su forma de apreciar las maravillas del entorno vino a través de los versos de una poetisa lagunera como es la sampetrina Adela Ayala.
Natalia, de Moscú a Coahuila: Una historia de amor por el norte de México
Llegar a un nuevo lugar siempre supone retos, pero también la posibilidad de descubrir un mundo diferente. Así comenzó la travesía de Natalia Riazanova, originaria de Moscú, quien llegó a Coahuila hace casi 30 años, inicialmente como una aventura, impulsada por la invitación del director de la recién formada Cámara de Coahuila. Su padre le dio un consejo sencillo pero trascendental: “Ve, y si no te gusta, regresas”. Hoy, Natalia dirige la Orquesta Metropolitana de Saltillo, orgullosa de las raíces que la trajeron al norte de México, pero profundamente conectada con la tierra que ahora llama hogar.
Natalia recuerda que al llegar a Torreón quedó impactada por las altas temperaturas y el paisaje árido, marcado por tierras y espejismos en las carreteras. Sin embargo, más allá de las características naturales, fue la calidez de su gente y la rica diversidad cultural lo que realmente la enamoró. “La gente es tan cálida, tan cercana, y la cultura es fascinante. Me sentí acogida desde el primer momento”, comenta.
Poco a poco, Natalia comenzó a adentrarse en las tradiciones mexicanas, admirando la riqueza del folclor, la comida y el trabajo artesanal. “Tengo varios trajes tradicionales de diferentes estados y también sarapes que cuelgo en la pared. Es impresionante el trabajo de las mujeres mexicanas en la elaboración de estos artículos”, relata emocionada.
A pesar de haber vivido tiempos difíciles en términos de seguridad, Natalia reconoce los esfuerzos que han hecho las autoridades en Coahuila para garantizar un entorno seguro. “Si vivimos pecho tierra algunos años, pero logramos superarlo. Hoy en día, Coahuila destaca en el país por su seguridad y calidad de vida”, asegura.
Además, resalta el crecimiento cultural y económico de ciudades como Saltillo, Torreón y Monclova. “Saltillo se ha disparado en crecimiento, tanto en habitantes como en espacios culturales. Hay más atracciones, más eventos y una calidad de vida que no cambiaría por ningún otro estado”, menciona con orgullo.
Aunque Natalia lleva en su corazón el recuerdo de Moscú, encuentra similitudes entre los moscovitas y los coahuilenses. “La gente del norte de México es muy trabajadora, directa y emprendedora, algo que también caracteriza a los moscovitas. Esa es una de las razones por las que me siento tan cómodo aquí”, reflexiona.
Hoy, como directora de la Orquesta Metropolitana de Saltillo, Natalia combina su amor por la música con su pasión por la cultura mexicana, formando un puente entre sus raíces rusas y su vida en Coahuila. “Este estado me ha dado todo: oportunidades, cultura y sobre todo, un hogar. Por eso, no lo cambiaría por nada”.
La historia de Natalia es un testimonio del poder de la música, la cultura y la resiliencia, que no solo une corazones, sino también transforma territorios en lugares donde las diferencias se celebran y los lazos se fortalecen.