Rubén Aguilar Valenzuela
Cristina Fernández (1953) fue presidenta de Argentina de 2007 a 2015. Diputada provincial entre 1989 y 1995, diputada y senadora nacional en los periodos 1995-2007 y 2017-2019 respectivamente. Estuvo casada con el presidente Néstor Kirchner (1950-2010), quien gobernó entre 2003 y 2007. Desde 2019 es vicepresidenta. Acompaña al presidente Alberto Fernández (1950) en una gestión que dura hasta 2023.
Ella a lo largo de su carrera política siempre ha estado en el centro del conflicto y ha sido acusada de corrupción y abuso de poder. Con una extraordinaria habilidad ha podido sortear todos los problemas y ha logrado estar en la primera línea de la actividad política. Su personalidad no admite matices; se le acepta o se le rechaza.
Ha militado en diversas tendencias del populismo peronista y con quien fuera su esposo creó una de éstas. Es el modelo conocido como “kirchnerismo” (2003-2015) elaboración conjunta de Kirchner y Fernández en los tres periodos que estuvieron en la presidencia. Uno él y dos ella. Esta última es quien da forma más acabada a esta variante política.
El suyo no es un populismo teórico o pragmático sino lo que algunos especialistas llaman “devenir populista” que toma forma frente a las coyunturas y circunstancias políticas de manera particular en las crisis. Los valores propios de la democracia no son relevantes e incluso estorban al proyecto. Se les acepta como mal menor, porque es algo que no pueden evitar.
Como en otros populismos un componente fundamental es la mediatización de la política. El líder tiene una presencia central en los medios. El “activismo mediático” es clave en la estrategia no solo de comunicación sino del conjunto del proyecto. Esto implica: Interpelar de manera permanente a las audiencias; utilizar instrumentos de comunicación directa y la promoción de los medios propios del gobierno y, en la medida de lo posible, la minimización de los privados.
En los dos periodos de gobierno de Fernández, para la mediatización del discurso presidencial, hizo uso sistemático de la Cadena Nacional de Radiodifusión. Fueron más de un centenar de veces. Antes ningún político en Argentina había hecho algo semejante. Su medio predilecto fue la televisión. Ahí siempre se sintió bien. Como parte del modelo la comunicación directa, sin mediarse por los medios, es esencial.
La construcción de escenas y escenarios donde participaba el pueblo es otro de los elementos constitutivos del modelo. La reunión de los grandes contingentes tiene el propósito de “producir” identidad entre los excluidos, los que no han sido beneficiados por el desarrollo injusto y desigual. Es lo que Fernández (2017) llamó “ceremonia partisana”, que se caracteriza por que los eventos se televisen. Se articula, entonces, el público movilizado y el liderazgo personal de la figura carismática.
El discurso político se construye a partir de la polarización entre el pueblo, representado por el líder, y los que detentan el poder. Para algunos los neoliberales y conservadores. Es la confrontación entre buenos y malos. Entre amigos y enemigos. Entre nosotros y los otros. No somos iguales. Por eso mismo se buscan adversarios, para denostarlos. Los medios independientes son blanco constante del ataque.
Otro elemento indispensable, para la construcción del discurso es la elaboración y comunicación de una realidad alterna. Lo que ocurre en los hechos de todos los días es irrelevante y se niega si éstos no se inscriben en el “país virtual o mediático” que anuncia el líder. Ese es el único que existe. Es una inversión de todos los días. Es el que sus seguidores quieren que anuncie. La realidad incomoda. Es mejor vivir en la ilusión de que ahora el mundo es distinto. Así se ha decretado.
La vicepresidenta Fernández no es la vocera del gobierno populista del presidente Fernández. Entre ellos hay algunas diferencias y variantes. La voz cantante la lleva el primer mandatario. Ella, que ha vuelto a la conducción del país desde una nueva posición, es, no puede dejarse de lado, la creadora de una tendencia del peronismo y de un modelo de comunicación gubernamental. Está ahí y en cualquier momento se puede hacer presente.