Con-ciencia y sin corbata
Thanksgiving.
Por: Emiliano Calvert
Pero de alguna manera todos tenemos ese momento del año en el que, sin querer, te cae el veinte de que ya casi se acaba el calendario… y empiezas a hacer inventario emocional.
Y no el romántico. El real.
Porque uno no agradece desde la paz interior y el equilibrio espiritual.
Uno agradece desde el cansancio, desde el “ya quiero que se acabe el año”, desde el “¿qué fregados pasó en septiembre?”. Agradeces porque volteas y dices: “bueno… sobreviví. Algo debo estar haciendo bien”.
Y eso ya es un logro.
Hay cosas que uno agradece aunque no lo diga en voz alta. Como la gente que no se fue cuando estabas insoportable. Los que no te cancelaron. Los que aguantaron tus silencios de WhatsApp, tus malas rachas y tu “ando ocupado” que en realidad significaba “ando medio jodid…”.
Esa gente vale más que cualquier pavo.
También están los que sí se fueron. Y aunque duela aceptarlo, a veces también toca darles las gracias.
Por el espacio, por el aprendizaje, por
demostrarte que tú también te puedes reinventar cuando te quedas solo con tus pensamientos y un Domingo en la noche más largo de lo normal.
Y luego está la parte más incómoda: agradecerte a ti.
Eso casi nadie lo hace porque se siente raro, como presumido.
Pero piénsalo: este año cargaste cosas que ni sabías que estabas cargando. Te metiste a problemas que no buscaste y saliste de otros que juraste que te iban a tumbar. Te ajustaste, te rompiste, te reconstruiste y aquí andas.
Thanksgiving o no, hoy vale la pena una pausa. Dos minutos.
La gratitud no es ponerse zen ni hablar como libro de
superación personal.
Es voltear hacia atrás y decir: “con todo y todo, no estoy tan mal”. Y eso, para este país, este año y esta vida, ya es bastante. Así que gracias
No para llorar, no para filosofar… solo para reconocer que, aunque no te des cuenta, llevas rato dándole con
todo.
La gratitud no es ponerse zen ni hablar como libro de superación personal. Es voltear hacia atrás y decir:
“con todo y todo, no estoy tan mal”.
Y eso, para este país, este año y esta vida, ya es bastante.
Así que gracias.
Por lo que llegó.
Por lo que se fue.
Y por lo que aguantaste.
Mañana ya seguiremos corriendo.
Hoy, tantito, hay que reconocer que seguimos con todo.
