Los tres abuelos que son ‘roomates’

Juan Manuel, Miguel Ángel y Francisco, cada uno con su historia de vida a cuestas, cohabitan en un mismo hogar donde han encontrado el apoyo y la solidaridad
LESLIE DELGADO
¿Qué tienen en común un ex celador, un campesino y un taxista? Que por circunstancias de la vida ellos viven como “roommates” o compañeros de casa en un inmueble ubicado en la colonia San José al sur de Saltillo. “Los tres abuelos” es como se hacen llamar Juan Manuel, Miguel Ángel y Francisco, se conocieron por azares del destino en un asilo, el abandono de sus familiares los orilló a buscar un lugar para subsistir.
Los “roomies” se van sentando uno a uno en los dos sillones de su sala, en la pared se encuentra una pintura de un árbol con la palabra “Family”, que significa familia.

Don Juan Manuel busca entre sus pocas pertenencias algunas fotografías de sus hijos que conserva cuidadosamente, él relata que hace 40 años que no los ve ni sabe nada de ellos, su ex esposa decidió llevárselos “a barrer los dólares” a Estados Unidos. Desde que se fueron no ha tenido contacto con ellos.
Una sonrisa se dibuja al identificar los nombres de sus dos hijos “ella es Claudia Patricia en su primera comunión, él es Luis Roberto, mi esposa se los llevó y jamás los volví a ver”, cuenta mientras sostiene las imágenes de antaño.
A partir de ahí, Juan Manuel continuó con su vida en soledad; “todos en la vida tenemos errores, ya todo está en el olvido todo lo que pasó pasó y si ellos tienen la buena voluntad de ver y saber cómo está su padre aquí los espero”, expresó.
Miguel Ángel, mejor conocido como “Pinpón” cuenta su historia de vida, un señor bonachón de 65 años recordó entre risas que fue expulsado del asilo “por ser de buen diente”, sin embargo, se trajo consigo la entrañable amistad que formó con Juan Manuel y que derivó a que cohabiten en la misma vivienda.
“Me casé a los 20 años, dure 35 años de casado, procreé un hombre y una mujer con mi esposa, tengo cinco nietos y una bisnieta. Hace diez años me divorcié por cuestiones de problemas que hay en todos los matrimonios, hay un dicho que dice que: ‘cuando te casas es en las buenas y en las malas’ y mi mujer no aguantó las malas.
“Me enfermé hace cinco años, estuve internado tres meses en el Hospital General ahí me cuidó un amigo, mis hijos no fueron para cuidarme, cuando me dieron de alta uno de mis hijos me tuvo en un cuarto casi casi secuestrado, luego me dijo que ya no podía cuidarme y me mandaron a un asilo donde estuve dos años”, reseñó.

En el caso de don Francisco, recuerda que a los 18 años trabajó como celador en el penal de Castelar, un antiguo edificio que fungió como centro penitenciario en la calle General Cepeda donde actualmente se encuentra el edificio de la Secretaría de Finanzas, irónicamente, jamás pensó que después de 40 años escaparía de un asilo en el que se sentía atrapado y deprimido. Durante el tiempo que estuvo, ideó un plan para fugarse, pese a sus problemas de salud y no contar con ningún tipo de recurso para mantenerse en el mundo exterior.
“Tengo tres hijos con mi primera esposa, después me separé de ella y me casé con otra persona y tuve otros tres hijos, de los cuales de los seis nada más uno me ve, me apoya y yo lo apoyo. Tengo como 10 nietos y cuatro bisnietos son muy espléndidos porque todos me quieren”, contó.
Los tres abuelos
Juan Manuel emprendió la búsqueda de un hogar donde vivir, por suerte, localizó una casita con una módica renta que le permitía habitar sin ningún problema.
Dice estar acostumbrado a la soledad y gusta de acudir todos los meses de octubre a visitar su rancho, el lugar que lo vio nacer y al que regresa nostálgicamente en la temporada de otoño.
Precisamente hace alusión a que hace un año descubrió la vivienda, cargando su cama y ropa llegó al número marcado 153 de la calle Río Nazas a comenzar una nueva vida.

Posterior a eso, allá por enero arribó don “Pinpón” buscando posada, quien actualmente se desempeña como chofer de un auto de alquiler; “me dice una sobrina oye te anda buscando un abuelo que corrieron del asilo y le dije; ya más o menos me imagino quién es (…) llega el otro día y ‘me dijo quiero que me tires paro’ y así comenzó a vivir aquí”, refirió don Juan.
Durante el verano llegó don Francisco, muy a pesar de que Juan Manuel se rehusaba al no conocerlo, sin embargo Miguel Ángel abogó por él para que pudiera ocupar una recámara que permanecía sola; “yo le dije que aquí los gastos son por igual yo no quiero batallar con nadie porque yo siempre he vivido solo” agregó.
Así fue como empezó la historia de tres adultos mayores que debido a su condición de abandono se encontraron para formar una pequeña familia y apoyarse entre ellos mismos. Cada uno con su particular historia de vida y sus recuerdos a cuestas, comparten un hogar.

De acuerdo al Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM se estima que en México, el 16 por ciento de los adultos mayores sufre de abandono y maltrato. De ellos, el 20 por ciento vive en soledad y olvidados, no sólo por el gobierno, también por sus familias. El 25 por ciento vive en condiciones bajas de bienestar y el 20 por ciento en muy bajas.
Para el 2025, según los datos que arrojan, se prevé que existan unos 14 millones de personas en estas condiciones.
De hecho en enero del 2021 a través de la reforma al artículo 336 del Código Penal Federal, se establece que se aplicarán de un mes a cinco años de prisión, o 180 a 360 días de multa, al que sin motivo alguno justificado abandone a sus hijos, a su cónyuge o a un adulto mayor a quien esté obligado a cuidar.
FRASE
“Me enfermé hace cinco años, estuve internado tres meses en el Hospital General ahí me cuidó un amigo, mis hijos no fueron para cuidarme, cuando me dieron de alta uno de mis hijos me tuvo en un cuarto casi casi secuestrado, luego me dijo que ya no podía cuidarme y me mandaron a un asilo donde estuve dos años”,
Miguel Ángel, adulto mayor