REDACCIÓN.
La última semana de abril, el presidente colombiano, Iván Duque, presentó un proyecto de reforma triburaria que suponía un aumento en los impuestos, con la finalidad de darle un respiro a la economía luego del duro golpe que significo la pandemia por COVID-19.
Miles de colombianos salieron a las calles a protestar contra la reforma. Las intensas protestas y la represión de las autoridades han dado como resultado más de 24 muertos y 800 heridos. Aunque se cree que las cifras oficiales no se acercan al número real de vítimas.
El presidente colombiano anunció el retiro de la reforma ante el congreso, pero eso no calmó la inconformidad de los ciudadanos.
Contra los pronosticos de poner fin a las manifestaciones el 05 de mayo, la represión y el abuso por parte de los agentes de la policía y el ejercito ha alimentado el enojo de la población, por lo que, las protestas continúan.
Organizaciones defensoras de derechos humanos han denunciado múltiples abusos policiales, e incluso la ONU expresó su preocupación por los actos de represión por parte del gobierno.
En redes sociales circulan vídeos donde se muestra la participación de todos los grupos sociales del país, que se han unido en contra la represión del gobierno. Específicamente en Cali, donde confluyen los movimientos indígenas, afro, campesino y social.
“Hay una acumulación histórica de descontento social, de rabia y rebeldía, es una ciudad culta políticamente y, puede sonar contraditcorio, pero el ejercicio de la violencia no es sino la respuesta a la violencia que ellos están recibiendo”. explicó el sociólogo Rosembert Araiza, docente de la Universidad Nacional de Colombia.