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16 de octubre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • octubre 16, 2025

Mente Abierta, pero ¿Qué tan abierta?

Emiliano Calvert

Hace unos días fui testigo de una discusión que me dejó en modo “loop mental”. El tema: ser de mente abierta. A todos nos parece cool, políticamente correcto, maduro… hasta que choca con lo que realmente creemos. Entonces me pregunté: ¿hasta dónde es saludable esa apertura sin que sacrifique la firmeza de nuestra identidad? Para no perderme en relativismos, me fui a buscar ayuda… y algunos filósofos también se la rompieron pensando justo en eso.

No todo abrir la mente es bueno (Ni todo cerrarla es malo)

En filosofía de la mente y epistemología, la open-mindedness (mente abierta) se considera una virtud intelectualmente deseable una disposición a revisar creencias con imparcialidad y evitar el sesgo de confirmación. Pero ojo: hay consenso moderno de que esa apertura no es útil siempre. Como advierte un análisis reciente, ser abierto sin filtros puede ser contraproducente si no evaluamos bien ni las fuentes ni el contenido. Es decir, escuchar de todo está cool… siempre que tengas criterio para elegir qué legitimar.

Humildad intelectual: la clave de no romper la cabeza

Aquí entra la humildad intelectual: la capacidad de reconocer que sabes poco y que podrías estar equivocado, sin por eso decir “me retiro del mundo de las opiniones”. Esta cualidad no solo mejora nuestra toma de decisiones, también hace menos rígidas nuestras conversaciones y reduce los choques innecesarios .

En otras palabras, tener la mente abierta no implica que cada opinión te mueva el piso. Puedes escuchar lo opuesto y decir “gracias por compartir, pero sigo en mi posición”. Y ese “sigo” con humildad eso sí es grande.

¿Valores vs apertura? Un choque necesario

Los filósofos del value pluralism como Isaiah Berlin nos recuerdan que hay valores distintos, incluso en conflicto, y a veces no hay una “solución de urgencias” para resolverlos . Libertad vs justicia, individualismo vs comunidad… no siempre se combinan sin tensiones.

Mi versión rápida: si no tienes un núcleo de valores, la apertura termina siendo agua que todo lo borra. Pero si tienes esos principios bien firmes, pero estás dispuesto a revisarlos con argumentos (no con presión) entonces sí tienes algo parecido a una brújula mental.

Diálogo real, no monólogo disfrazado

Richard Bernstein habla de la “ansiedad cartesiana”: esa idea loca de que o hay base segura de todo o estamos en caos intelectual. Su respuesta: cultivar un razonamiento práctico, propio de la filosofía aplicada. No hay certezas para siempre, pero sí hay juicio real, humano y situado.

Ese tipo de diálogo (no monólogos ethos de redes sociales) es el que nos permite ser firmes sin ser innecesariamente tontos.

Más aún, Fred Dallmayr resalta que el verdadero significado de “diálogo” es construir sentido en comunión, no imponerlo individualmente.

En fin…

Mente abierta no es sinónimo de mente blanda. Se trata de mantener tus principios vivos con humildad, no con dogmatismo mientras escuchas (de verdad) lo que otros traen sin querer “romperte”. Si al final tus convicciones cambian: que sea porque alguien te mostró algo mejor, no porque no supiste defender lo tuyo.

Escucha con todo el humor, pero decide con todo el criterio.