Dobleces

La voracidad petista
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
El Partido del Trabajo ya tiene una nueva exigencia para Morena y es sostener la alianza en 2027, a través de la presión. Aunque el sempiterno dirigente, Alberto Anaya, declara lealtad a la cuarta transformación, a través de sus esbirros se mantienen los mensajes de voracidad política. El PT reclama sus más de 25 años de sumisión y exige espacios.
Sin embargo, es con el segundo piso de la cuatroté, cuando los petistas intensificaron sus reclamos de merecer más espacios y, en elecciones como las de junio pasado, demostrar que tienen capacidad de atomizar los votos en caso de competir en solitario. Ahora, la exigencia subió de tono y no solo es la alianza electoral y legislativa, sino que quieren un gobierno de coalición a cambio de la alianza en dos años.
A final de cuentas, el PT es un aliado histórico del obradorismo, desde hace más de dos décadas, pero no de las nuevas estructuras de poder en el gobierno y en el partido guinda. Lo nuevo le incomoda. El PT es un partido con viejas mañas y una gerontocracia cupular. Así está desarrollado.
En esta ocasión fue Hugo Alday, coordinador de la fracción petista en el Congreso en Quintana Roo, quien afirma que “se cumpla con el acuerdo electoral y se mantengan los porcentajes de participación en el gobierno”.
La negociación política de los petistas raya en lo rupestre y elemental. El PT solo busca un reparto de espacios y carteras según sus intereses en cada plaza. Quiere un gobierno de cuotas y cuates. Y es que, en el país no hay reglas claras para la posibilidad de un gobierno de coalición. Eso lo sabe Anaya Gutiérrez, ya que su carrera política la sustentó como legislador.
Aunque el artículo 89 de la Constitución contempla la existencia del gobierno de coalición, no hay leyes secundarias para ponerlo en marcha. De esta manera, lo que propone el PT, en términos reales y pragmáticos, es un gobierno de cuotas políticas. Esa es la nueva apuesta y el amago para ratificar la alianza en los próximos comicios.
La realidad para el PT es cruenta, ya que desde hace 30 años, el partido de la estrella amarilla no ha transitado por la vida democrática de manera independiente. Su vida política se sustenta en ser una rémora de los partidos con los que hace alianza. El cobrar cuota se volvió una obsesión entre los petistas. El ejemplo más claro ocurrió en Veracruz, ya que la ecuación se modificó y por su insistencia en que es el partido representativo de la 4-T se la jugó solo en varios municipios. Al menos, en sus jingles de propaganda oficial así se presenta. Eso le da oxígeno al PT un par de años, pero ya no quiere estar en la sombra. Busca reflector y reconocimiento.
Alberto Anaya está listo para la negociación, con Morena, rumbo a 2027. Está en una postura dura, llena de cobros; apuesta a la resta y división. Esa es la estrategia y la fomenta, entre sus esbirros, hasta donde se pueda.