La cabeza de mi padre, una lectura obligada
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
La frase es contundente: “al menos en este país, son los hombres quienes abortan masivamente; son los hombres quienes abortan de facto a sus hijos, legiones de padres renuncian a millones de hijos y no tuvieron que promover ninguna ley ni arriesgar el cuerpo en una clínica insalubre, nada”.
Confieso que me estremecí a leer estas líneas, las cuales retratan el machismo de nuestro país y la diferencia que hay entre hombres y mujeres. La novela La Cabeza de Mi Padre, de Alma Delia Murillo, está plagada de estas verdades que sin duda resultan dolorosas.
El libro no se limita a ser un texto autobiográfico, que nos cuenta el sentir de la autora en su viaje a Michoacán junto con su madre y hermanos para reencontrarse con el padre que la abandonó de niña, cuando apenas tenía siete años, y del cual sólo tiene un vago recuerdo y ni siquiera una fotografía porque su madre cortó la cabeza del padre de todos los retratos. El texto nos enfrenta a la pobreza de muchos sectores de la sociedad mexicana, es el abandono también del Estado, el padre, que no brinda las mismas oportunidades para todos sus hijos e hijas, tampoco ofrece los mismos niveles de educación y justicia.
Novela escrita en los tiempos de pandemia, la autora la define como un texto de “auto ficción pura, un viaje interior de fondo”. Nacida en Ciudad Nezahualcóyotl en 1979, Alma Delia Murillo es una de las escritoras más importantes de la actualidad. Su voz es realista, dura, pero también llena de humor negro.
La biografía de Alma Delia Murillo cuenta que se fue de casa a los 19 años, con nueve cajas de libros, un trabajo de telefonista de medio tiempo y su correspondiente medio salario con el que lograba sobrevivir. Pero además cuenta también como en otro trabajo fue corrida por cometer el “pecado mortal” de tratar de sobresalir en un mundo de hombres. Demostrar inteligencia y creatividad también es castigado en el mundo machista.
En México las mujeres no sólo deben sobrevivir a un accidente, sino también a ser violadas, incluso siendo niñas. Además, ese abuso a la intimidad también es cometido la mayoría de las veces en el seno familiar donde todo se esconde y se guarda en silencio como si no pasara nada.
Como dice Alma Delia en su novela, en México “Era más fácil asumir que el destino había sido maldito dejándonos sin padre a revelar que el maldito era mi padre que nos abandonaba”. Esto mientras de fondo se escucha una canción de Juan Gabriel, el playlist que acompaña las tragedias y alegrías de muchos mexicanos.