Perestroika
JOSÉ INOCENCIO AGUIRRE WILLARS
¡Hola! Muy buenos días, tardes o noches, dependiendo la hora en que me lean.
Vivimos tiempos complejos, a nivel nacional y a nivel internacional. Tiempos en que la polarización, la tensión entre las distintas corrientes de pensamiento, los liderazgos autoritarios y las amenazas de guerra, son el pan de cada día; tiempos en que los liderazgos en muchos países basan su popularidad y fortaleza en señalar, atacar y confrontar a quienes no piensan como ellos y con ello generar un ambiente sumamente cargado de odios. Tiempos en que las diferencias pesan mucho más que la búsqueda general del bien común.
En estos tiempos tan cargados de animadversión, amanecemos con la noticia de la muerte de Mijaíl Gorbachov, el último líder de lo que fuera la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la URSS. Un líder polémico, incomprendido y que no logró culminar su visión de estado, un líder, sin embargo, que, con su visión, inspiró al mundo y logró tener un impacto en la conformación geopolítica mundial como muy pocos lo han logrado.
Vale la pena recordar el legado de Gorvachov, el creador de la Perestroika y la Glasnost, el premio Nobel de la Paz, ganador de un Grammy y personaje de los Simpsons, el artífice de la caída de la cortina de hierro.
Gorvachov llega al poder a los 54 años, en 1985, luego de la muerte de Konsantin Chernenko, quien llevaba solo un año al frente del país. Desde su llegada y ante la crisis económica y política que vivía la Unión Soviética, la pérdida de liderazgo frente a Estados Unidos y una fuerte presión internacional, inicia con una fuerte reconstrucción o “perestroika” con una visión mucho más abierta que sus antecesores, pasando de la economía de planificación central de la Unión Soviética hacia una economía de mercado. Pero a diferencia de China y otros países del bloque comunista, la apertura económica estuvo acompañada también de una liberación política, social y cultural conocida como la “glasnost”, lo que implicó permitir la lectura de libros y publicaciones antes prohibidas, la recepción de señales internacionales de radio y televisión y la autorización para los ciudadanos soviéticos para viajar a países occidentales, entre muchas otras cosas.
En el plano internacional no se quedó atrás, decretó el regreso de las tropas de Afganistán, trabajó por la reducción de arsenales nucleares, fue puente en la reunificación de Alemania y renunció a la “doctrina Brezhnev” con lo que otorgó a los países de Europa del Este la libertad para elegir seguir siendo comunistas u optar por otro sistema político.
La grave crisis económica por la que atravesaba su país no le permitió seguir avanzando con estas reformas, la voracidad del capitalismo ante una economía que apenas estaba abriendo sus puertas hizo que las diferencias sociales se hicieran muy marcadas, la falta de seguridad económica en las familias y los excesos de quienes aprovecharon la llegada de capitales extranjeros le restaron fuerza y popularidad al líder soviético. En 1991 Gorbachov fracasó en su intento por reestructurar la entidad como una federación voluntaria de sus repúblicas, el país se disolvió así en 15 estados, siendo el mayor de ellos Rusia.
El no haber logrado consolidar la economía soviética en tan poco tiempo hizo que estas medidas fueran siendo cada vez menos populares entres los rusos, lo que llevó a la llegada al poder, diez años después, de Vladimir Putin con la progresiva pérdida de libertades políticas y sociales que esto conllevó.
Estoy convencido que el tiempo hubiera ayudado a consolidar las transformaciones que impulsó Gorvachov, su visión de apertura, libertades y, sobre todo, la búsqueda de armonía que tuvo entre los países y sus gobernados es su mayor legado.
Hoy, en tiempos de discordia, de discursos de odio y de división, creo que es muy buen momento para sentarnos a recordar el mensaje y la visión del último líder de la Unión Soviética.
Saludos a todas y a todos y por aquí nos vemos la próxima semana.
