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30 de Agosto 2024

La llave china a la CNDH

Israel Mendoza Pérez

@imendozape

Con una compleja maniobra, Francisco Estrada, secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, retorció el Reglamento Interno de la CNDH, y encontró una manera de presionar a instituciones para beneficiar a víctimas y colectivos afines a su proyecto político, aunque se encontrara cerrado el caso.

Encargado de buscar escollos “legales” para crecer políticamente al interior de la CNDH y sin un Consejo Consultivo vigilante, Francisco Estrada comenzó una etapa de ilegalidades.

En una reunión con Víctor Caballero, abogado del Colectivo Aequus, Promoción y Defensa de Derechos Humanos, descubrieron que si reabrían casos como el de Carlos Sinhue Cuevas o Lesby Berlin Osorio les daría influencia en ciertos círculos de la cuatroté al exhibir a la UNAM.

Sin embargo, se trata de una visión sesgada y de una trampa que tendieron para beneficios metalegales. El primer movimiento hecho por Francisco Estrada fue buscar la modificación del Artículo 108 del Reglamento Interno de la CNDH, pues ese artículo precisa: (Reapertura del expediente de queja) En los casos en que un quejoso solicite expresamente la reapertura de un expediente de queja o se reciba información o documentación posterior a la conclusión de un expediente de queja, de la cual se advierta una presunta violación a derechos humanos, el visitador adjunto analizará el asunto en particular y presentará un acuerdo razonado al visitador general para reabrir o negar la reapertura de dicho expediente. En todo caso, la determinación correspondiente se hará del conocimiento del quejoso y de la autoridad señalada como responsable, si a esta se le pidieron informes durante la integración del expediente de queja.

Es decir, la CNDH solo podía reabrir un caso si un quejoso lo solicitaba de manera directa. Lo primero que intentó fue a través de un acuerdo fechado 5 de agosto de 2020, avalado por la ombudsman Rosario Piedra Ibarra. Reabrir el expediente de queja CNDH/1/2019/4580/Q en el que se presionaría a la UNAM desde la CNDH y se sumaría al linchamiento del que era objeto desde la mañanera. Además de buscar beneficio político para John Ackerman en sus intenciones de ir por la rectoría de la Máxima Casa de Estudios.

Sin embargo, esa maniobra no prosperaría, ya que el acuerdo no era suficiente para utilizar ese escollo para la presión mediática, política y en unos casos económica y conseguir un monto más elevado para la reparación del daño. Estrada pasó de ser el secretario Ejecutivo de la CNDH a un gestor-coyote.

En su desesperado y ambicioso proyecto, encontró en la exconsejera Rosy Laura Castellanos, la mano oscura para modificar el reglamento de la comisión; sin embargo, fue hasta 2021, que se modificó el reglamento y se agregó el 108 BIS. Con ello inició la etapa de correcciones e injerencias de la CNDH en casos que tenían la consigna de ser atendidos por instrucción de Francisco Estrada en apoyo de su equipo de incondicionales.

A cambio de este ajuste al reglamento, Rosy Laura obtuvo un cargo en la CNDH y otras canonjías avaladas desde la cúpula de la CNDH.