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18 de julio de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • julio 18, 2025

La felicidad no está en la lista de pendientes
Por: Emiliano Calvert

No soy experto en neurociencia. Apenas me alcanza para distinguir entre “estar cansado” y “estar emocionalmente drenado”. Pero este fin de semana, viendo un episodio del podcast de Andrés Oppenheimer con el doctor Facundo Manes, me topé con una conversación que me dejó pensando más de lo que cualquier libro de autoayuda que promete felicidad en 3 pasos. Porque sí, el video se llama “¿Qué dice la ciencia sobre la felicidad?”, pero lo que encontré ahí fue mucho más incómodo que una respuesta concreta. Y, por lo tanto, más valioso. Spoiler: la felicidad no es constante (y está bien) Lo primero que rompe Facundo Manes es esta idea popular de que ser feliz es un estado permanente, tipo plan de datos ilimitado. No. La felicidad, dice, es algo intermitente, momentáneo, químico a veces… pero sobre todo, contextual. Y en un mundo donde te miden por lo productivo que eres, lo bien que te ves y lo estable que aparentas estar, decir que la felicidad no es constante suena casi como fracaso. Pero no lo es. Es humanidad. Es fisiología. Es biología. Es aceptar que estar triste a veces es parte del proceso, no una señal de que “algo estás haciendo mal”. ¿Qué nos hace realmente felices? Spoiler 2: No es el dinero. Sí, ayuda. Y mucho. Nadie niega que pagar tus cuentas te da paz mental. Pero después de cierto punto, lo que más contribuye a tu bienestar no es el ingreso, sino la calidad de tus vínculos. Amigos. Familia. Conversaciones con sentido. Estar presente con otros, sin pantalla de por medio. La ciencia lo confirma y tú lo sabes, aunque a veces lo olvides viendo Reels a las 3 a.m. Y ojo: no cualquier interacción cuenta. Manes habla de la empatía como un músculo social, que se atrofia si no lo usamos. Vivimos tan enfocados en nosotros, en nuestra burbuja, que perdemos de vista lo esencial: los otros también sienten, sufren, necesitan. ¿Y el trabajo? ¿Dónde queda en todo esto? Otra joya del video es cuando Manes dice que la felicidad no está en la productividad, sino en el propósito. Y ahí me pegó. Porque si hay algo que arrastramos en esta generación es la necesidad de ser útiles todo el tiempo. De monetizar hobbies. De tener side hustle. De “hacer que cada hora cuente.” Y mientras tanto, dejamos de sentirnos satisfechos simplemente por vivir momentos reales. Nos medimos por entregables, por el “check” del día. Y si un día solo descansamos… sentimos culpa. ¿Estamos realmente trabajando para vivir? ¿O viviendo para trabajar? ¿Y qué pasa cuando dejamos de preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos? Manes lo sugiere: ahí es donde comienza el desgaste silencioso, ese que no se cura con vacaciones en la playa ni con un curso de mindfulness comprado con descuento. Vivimos conectados, pero estamos solos La conversación también aborda algo que duele: el nivel de soledad global nunca había sido tan alto. Y eso que tenemos mil formas de “conectarnos”. Pero ¿cuántas veces has sentido que nadie realmente te ve, incluso estando rodeado de gente? Estamos más estimulados, más informados, más conectados… y más solos. Y esa soledad, dice Manes, es una amenaza de salud pública. Afecta el sistema inmunológico, el bienestar emocional, la memoria. La soledad crónica no solo duele, literalmente enferma. Por eso, invertir en relaciones humanas profundas no es “tierno”: es urgente. La trampa de la tecnología y la inmediatez Un punto fuerte del video: la tecnología nos está robando la atención, y con ella, el bienestar. No porque sea mala en sí, sino porque estamos diseñados para ser estimulados… pero no para estar hiperestimulados todo el tiempo. Cada notificación es una dosis de dopamina. Cada like, una caricia al ego. Pero el efecto dura segundos. Después, queda un vacío más grande. Y eso nos hace vulnerables: buscamos más, sin saber por qué. La solución no es apagar el celular y mudarte al bosque. Es recuperar tu atención como un acto de soberanía personal. Poner límites. Elegir tus estímulos. Decidir a qué le das tiempo… y a qué no. No tengo la fórmula, pero sí tengo preguntas No escribo esto para darte recetas. Lo hago porque escuchar esa charla me recordó algo que vale más que un hack de productividad: No vinimos a esta vida a optimizarnos. Vinimos a sentirla. A construirla. A compartirla. Entonces, si la ciencia dice que la felicidad viene de lo humano, no de lo espectacular… quizá es momento de volver a esas cosas simples: una plática con un amigo, un abrazo que no se mide en segundos, una mañana sin celular, un trabajo que no te dé solo dinero, sino sentido. Porque al final del día, la verdadera felicidad no grita, no presume y no se postea. Solo se vive… si la dejas entrar. Y como dijo Manes al final del podcast: “Más que ser felices, deberíamos aprender a vivir con sentido. Y eso empieza por atreverte a estar presente.”