Con-ciencia y sin corbata
Emiliano Calvert
La economía del cariño
Si hace diez años alguien te decía que el próximo “boom” económico de EE.UU. serían las mascotas, seguro te reías. Hoy ya no tanto.
El mercado “pet” gringo está más inflado que un bulldog en verano: más de 150 mil millones de dólares al año en croquetas, collares, seguros y terapias emocionales con aromaterapia. Sí, leíste bien.
De dueño a “pet parent”
El cambio no fue solo económico, fue cultural.
Antes tenías un perro; ahora crías un hijo peludo con intolerancia al gluten y agenda de spa.
Las marcas entendieron que no vendían alimento, sino pertenencia. El cliente dejó de ser un comprador y se convirtió en un papá con culpa laboral dispuesto a pagar lo que sea para compensar su ausencia con juguetes “enriquecedores” y croquetas con omega 3.
El nuevo perfil de consumo
El gasto promedio anual por mascota ya ronda los 1,700 dólares y sigue subiendo. No por tener más perros o gatos (eso ya se estabilizó), sino porque cada perro gasta como tres.
Los seguros para mascotas, que hace unos años sonaban ridículos, ya superan los 5 mil millones de dólares y van para quintuplicarse en menos de una década.
Y las clínicas veterinarias se volvieron boutiques de salud preventiva: revisiones, vitaminas, análisis de sangre y hasta membresías mensuales.
Premium, ético y con CRM
El consumidor “pet parent” quiere lo mismo que busca para él: productos premium, sostenibles, con etiqueta limpia y propósito social.
Y ojo: ya no compra en tienda, compra en comunidad. Los gigantes como Chewy o Petco no solo venden, te mandan recordatorios, recomendaciones y contenido personalizado. Te conocen mejor que tu médico familiar.
En otras palabras, el CRM del perro es mejor que el tuyo.
Oportunidad y mensaje para las marcas
Cualquier marca que quiera entender el futuro del consumo debería mirar una bolsa de croquetas:
•La salud se volvió la nueva moneda de lealtad.
•La personalización ya no es lujo, es requisito.
•Y la emoción mueve más que el descuento.
En fin…
No es que estemos humanizando a las mascotas; es que nos estábamos deshumanizando nosotros.
Ellas llegaron a recordarnos que hay valores que no caben en una celda de Excel: lealtad, compañía, afecto sin condiciones.
Porque al final, el vínculo más rentable sigue siendo el emocional.
Y si el amor se pudiera graficar, su curva de crecimiento ya superó al PIB.
