Camino a Valinor
La tentación de desarmar los contrapesos
¡Hola! Muy buenos días, tardes o noches, dependiendo la hora en que me lean.
En septiembre, la presidenta presentará ante el Congreso una reforma electoral que, en otro contexto, podría ser un legítimo ejercicio de revisión institucional. El problema es que hoy no hay contrapesos reales: el oficialismo tiene mayoría calificada y un Poder Judicial recién reconfigurado tras la reforma que llevó a jueces y ministros a ser electos por voto popular.
La propuesta plantea reducir el financiamiento a partidos, eliminar o acotar plurinominales y transformar el INE en un INEC bajo nuevos criterios. El discurso habla de ahorro y “más democracia directa”, pero la traducción política es clara: menos pluralidad, árbitros más vulnerables y un tablero inclinado hacia el partido en el poder.
Eliminar o reducir drásticamente la representación proporcional castiga a las minorías y favorece al bloque mayoritario, borrando el equilibrio alcanzado desde los setenta. Rediseñar el INE con nombramientos controlados políticamente erosiona la autonomía del árbitro electoral y abre la puerta a su captura. Si sumamos un Poder Judicial en transición, con jueces que llegaron mediante campañas políticas, el riesgo de parcialidad se multiplica.
Los ejemplos internacionales no invitan al optimismo. En Bolivia, las elecciones judiciales no fortalecieron la independencia; la debilitaron. Allí, como podría ocurrir aquí, la justicia y el arbitraje electoral quedaron sujetos a las mismas fuerzas que compiten por el poder, cerrando el círculo de control.
Reformar no es malo por sí mismo. Pero hacerlo sin un piso mínimo de pluralidad, sin blindar al árbitro electoral y sin evaluaciones independientes de impacto, es jugar con fuego. Y en este caso, el extintor podría estar del mismo lado que la chispa.
En democracia, los contrapesos no son un lujo: son la garantía de que las reglas del juego no se escriban para beneficio exclusivo de quien reparte las cartas.
Saludos a todas y a todos y por aquí nos vemos la próxima semana.
José Inocencio Aguirre Willars
