Meteoro en Coahuila fue un evento excepcional: científicos

Leslie Delgado
La madrugada del domingo 9 de junio, un fenómeno poco común captó la atención de habitantes de Coahuila y otros estados del norte del país: un meteoro de gran intensidad cruzó el cielo dejando una estela luminosa verde y naranja que fue visible durante varios segundos, un hecho inusual incluso para los expertos.
Juan Segura Sosa, astrónomo y profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), explicó que aunque los meteoros son fenómenos naturales frecuentes, la intensidad, duración y visibilidad del que apareció el fin de semana lo convierten en un evento excepcional.
“Este meteoro tuvo una duración de varios segundos, recorrió gran parte del cielo y presentó un brillo muy intenso. Es algo que no se ve con frecuencia”, afirmó.
Comúnmente llamados “estrellas fugaces”, los meteoros suelen ser débiles y visibles solo por fracciones de segundo. Sin embargo, cuando adquieren una luminosidad extrema, como en este caso, se les denomina bólidos. Ante esto explicó que la coloración verdosa que presentó al principio indica una alta presencia de magnesio, lo que sugiere que se trató de un meteoro de tipo pétreo. El fenómeno fue visible no solo en el norte de México, sino también en el sureste de Estados Unidos, según los reportes reunidos por la American Meteor Society.
Varios ciudadanos afirmaron haber escuchado estruendos o sentir vibraciones tras el paso del meteoro, lo que generó rumores sobre un posible impacto. Sin embargo, el astrónomo aclaró que no hay evidencia de que haya caído a tierra, y que lo más probable es que se desintegrara completamente en la atmósfera.
“Lo que se escuchó fue un estruendo sónico, como cuando un avión rompe la barrera del sonido. Este tipo de explosión se debe a la velocidad extrema del objeto, que puede alcanzar entre 15 y 70 kilómetros por segundo”, detalló Segura Sosa.
Aunque la Tierra recibe constantemente fragmentos del espacio principalmente muy pequeños, fenómenos tan visibles como el del pasado sábado son poco comunes, especialmente en zonas urbanas, donde la contaminación lumínica limita la observación del cielo. “Este tipo de eventos se ven mejor lejos de las ciudades. Lo que ocurrió fue fortuito, no se tenía previsto, y por eso fue aún más sorprendente”, añadió el astrónomo.