Banner

El medio que cubre todo Coahuila

15 de diciembre de 2025
Local

Gana la derecha Presidencia de Chile

Gana la derecha Presidencia de Chile
  • diciembre 14, 2025

La victoria de la derecha en la elección presidencial de Chile confirma un viraje político cada vez más evidente en América Latina: el agotamiento del ciclo populista y el rechazo social a modelos de gobierno que prometieron bienestar, pero dejaron crisis económicas, inseguridad y debilitamiento institucional.

Chile se suma así a una lista creciente de países donde el electorado decidió castigar a los proyectos ideológicos de izquierda y optar por opciones conservadoras. Antes ocurrió en Argentina, con el triunfo de Javier Milei frente al colapso económico heredado; en Ecuador, donde el voto favoreció un discurso de orden frente al avance del crimen organizado; y en otros países donde la narrativa populista perdió credibilidad ante los resultados.

El patrón se repite en toda la región: inflación descontrolada, gasto público sin sustento, programas sociales usados como mecanismo clientelar, endeudamiento y gobiernos incapaces de garantizar seguridad. El populismo, que durante años dominó América Latina con discursos de justicia social, terminó generando desorden fiscal, pérdida de confianza y una profunda fatiga ciudadana.

Frente a ese escenario, la nueva derecha —calificada por sus críticos como “ultraderecha”— ha logrado posicionar un mensaje simple pero efectivo: seguridad, estabilidad económica, control del gasto y respeto a la ley. No se trata de carisma ni de ideología, sino de una reacción directa al fracaso de los modelos populistas que gobernaron durante más de una década.

El fenómeno no es ajeno a México. Morena, partido emblemático del populismo latinoamericano reciente, enfrenta una caída sostenida en sus niveles de aprobación, presionado por el deterioro de la seguridad, la fragilidad económica y el uso político de los programas sociales. El paralelismo con el resto de América Latina es claro: los mismos errores, los mismos síntomas y un electorado cada vez menos dispuesto a creer en promesas sin resultados.

Chile se convierte así en otro punto de inflexión regional. No es una moda ni un accidente electoral: es el fin de la tolerancia social al populismo y el inicio de una etapa donde los ciudadanos están dispuestos a votar por orden, disciplina y resultados, incluso si eso implica romper con los dogmas ideológicos del pasado.