Camino a Valinor

La lectura como acto de resistencia

José Inocencio Aguirre Willars

¡Hola! Muy buenos días, tardes o noches, dependiendo la hora en que me lean.
Este 12 de noviembre celebramos en México el Día Nacional del Libro, una fecha que conmemora el nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, esa mujer que desafió su tiempo con la pluma como espada y la palabra como escudo. En un país donde leer parece cada vez más un lujo que un hábito, recordar su legado es también un llamado a la resistencia.
Porque leer, en estos tiempos, es un acto de rebeldía. En una sociedad que vive apurada, que prefiere el resumen al libro y el titular al pensamiento, abrir un libro es detener el mundo un instante. Es negarse a que otros piensen por nosotros. Es rescatar esa voz interior que la prisa, la desinformación y el ruido intentan apagar.
La lectura nos enseña a desconfiar de las verdades fáciles, a sospechar de las consignas y a pensar con cabeza propia. Quien lee se vuelve menos manipulable, más consciente y, por tanto, más libre. Por eso, los libros son peligrosos para quienes prefieren ciudadanos obedientes antes que personas críticas.
Leer no es sólo acumular conocimiento; es cultivar sensibilidad, empatía y criterio. Es mirar la realidad con otros ojos, los de quienes vivieron antes que nosotros, los que soñaron mundos distintos, los que se atrevieron a imaginar lo imposible.
En cada página habita una forma de resistencia: la del pensamiento frente a la ignorancia, la del silencio frente al ruido, la de la memoria frente al olvido. Por eso, celebrar el Día del Libro no es un gesto cultural, sino una afirmación de libertad.
Que este 12 de noviembre no pase inadvertido. Que regalemos un libro, que abramos uno olvidado, que leamos en voz alta a quien amamos. Porque leer, en medio de tanto ruido, sigue siendo el acto más valiente de todos.
Saludos a todas y a todos y por aquí nos vemos la próxima semana.