Con-ciencia y sin corbata
Cuando los jefes del mundo no se hablan
Por Emiliano Calvert
Esta semana, Donald Trump y Xi Jinping se reunirán en Corea del Sur durante la cumbre de la APEC.
Los titulares hablan de “reencuentro histórico”, “reanudación del diálogo” y “nueva era del comercio global”.
Pero la realidad es más parecida a dos hermanos adultos que dejaron de compartir cuarto… y ahora se están peleando por quién se queda con la cochera.
Porque sí, la foto puede parecer diplomática, pero debajo del traje hay tensión:
Estados Unidos quiere mantener el control tecnológico; China busca que la manufactura vuelva a ser su carta de poder. Y el resto del mundo empresas, startups, gobiernos está viendo cómo acomodarse para no quedar en medio del drama familiar.
El mundo no es un partido de ajedrez… es una mudanza
Durante décadas, la economía global funcionó con un equilibrio: unos producían, otros consumían.
Hoy, ese trato está roto.
Cada potencia busca reacomodar sus piezas, y eso significa que el tablero ya no es blanco y negro: es una bodega llena de cajas, cables enredados y muebles que nadie sabe si tirar o guardar.
Y ahí estás tú: intentando sacar tu bicicleta (tu negocio, tu carrera, tu proyecto) sin que te caiga encima el refri.
“Cuando los “de arriba” no se hablan”
En las empresas pasa lo mismo.
Dos directivos no se ponen de acuerdo y el equipo entero entra en pausa.
Nadie sabe si seguir con la estrategia A o pivotar a la B.
Mientras tanto, todos fingen movimiento para no parecer desconectados.
Lo mismo con tu vida profesional: entre lo que dice el jefe, lo que pide el cliente y lo que tú crees que tiene sentido, la alineación se vuelve más arte que ciencia.
Y el riesgo es el mismo que en geopolítica: quedarte esperando un acuerdo que no va a llegar pronto.
La lección de los gigantes
La reunión Trump–Xi es un recordatorio de algo simple:
Los gigantes no siempre cooperan, y aun así el mundo sigue girando.
Las empresas siguen vendiendo, los empleados siguen adaptándose, y los que mejor sobreviven no son los más grandes… sino los más ágiles.
Así que mientras los países negocian tarifas, tú negocia con tu propia inercia.
No necesitas que se firme un tratado para moverte: necesitas entender el ruido, ajustar tu dirección y salir antes de que se cierre la puerta.
En fin…
Los gigantes se pelearán, harán conferencias de prensa y sonreirán para la foto.
Pero tú, que solo querías sacar la bicicleta, tienes dos opciones:
esperar a que arreglen el mundo, o pedalear aunque el piso esté temblando.
Porque a veces, el verdadero poder no está en cambiar el mapa global…
sino en aprender a moverte sin pedir permiso.
