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12 de septiembre de 2025
Opinión

Rio Babel

Rio Babel
  • septiembre 12, 2025

¿La culpa es de los refrescos?

Luis Guillermo Hernández Aranda

El incremento del impuesto a los refrescos y bebidas azucaradas ha generado un importante debate en los últimos días. La justificación para este aumento es combatir el problema de la obesidad, uno de los males más preocupantes en el país.

De acuerdo a datos oficiales 70 por ciento de los mexicanos padece sobrepeso y casi una tercera parte sufre de obesidad, además, este mal se asocia principalmente con la diabetes y enfermedades cardiovasculares, pero también con trastornos óseos y musculares y algunos tipos de cáncer.

Los malos hábitos alimenticios y la falta de ejercicio ocasionan 32 por ciento de las muertes de mujeres y 20 por ciento de hombres en el país.

Pero además de los problemas de salud. La obesidad es una pesada carga a las finanzas públicas. Se estima que el costo directo e indirecto asociado a la obesidad en México asciende a más de 240 mil millones de pesos anuales. Esto incluye gastos médicos, pérdida de productividad y mortalidad prematura.

En este escenario la estrategia del gobierno es incrementar el precio de los refrescos para inhibir su consumo. De acuerdo al paquete económico presentado por Hacienda el refresco subirá a 3.08 pesos por litro, incremento de 87 por ciento con respecto a lo que hoy se cobra.

Datos de la Secretaría de Salud indican que un mexicano consume, en promedio, 166 litros de refrescos al año. El Inegi registró que niños y adolescentes consumen un refresco diario.

Aunque pareciera extraño, el estado donde más se consume refresco es Chiapas, una de las entidades más pobres del país. De ahí que el incremento en el impuesto al refresco va a golpear directamente a los más pobres. No debemos olvidar que los refrescos llegan a todos los rincones del país, lo que no sucede con el agua potable.

Recuerdo que en alguna ocasión cuando estuve de misiones en la Sierra Tarahumara ahí era más fácil beber refresco que agua potable o leche.

No es la primera que se usa una estrategia similar, sin embargo, a pesar del encarecimiento el consumo de refresco y de la comida chatarra no va a la baja por el contrario cada año aumentan los casos de obesidad. El impuesto no servirá para inhibir el consumo sino hay una verdadera campaña de concientización y educación. El gobierno tendrá más dinero, pero seguiremos siendo una sociedad obesa y por ende enferma.