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7 de junio de 2025
Opinión

Convicciones

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  • junio 5, 2025

Edipo Rey de Sófocles

Rubén Aguilar Valenzuela

Sófocles (496 a.C-406 a.C.) estrenó Edipo Rey en 429 a.C. Los especialistas sostienen que la obra fue escrita antes de 430 a.C. De las tres obras sobre temas tebanos en los que trabajó este trágico griego, esta fue la segunda en escribirse, la primera Edipo en Colono y luego Antígona.

El origen de esta tragedia está en la maldición que pesa sobre Layo por violar las sagradas leyes de la hospitalidad. En su juventud fue el invitado de Pélope, el rey de Elis, y se convirtió en tutor de Crisipo, el hijo menor del rey, en una carrera de carros. Layo sedujo, raptó y violó a Crisipo, quien se suicidó por vergüenza. Esta muerte lanzó una sombra sobre Layo y todos sus descendientes.

Cuando nace su hijo, el rey consulta un oráculo para saber su destino. Este le revela que “está condenado a perecer a manos de su propio hijo”. Después de su nacimiento le amarra los pies, y ordena a Yocasta que lo mate. Ella incapaz de hacerlo ordena a un criado que lo haga. Este expone al bebé en lo alto de una montaña, donde lo encuentra y rescata un pastor. Al niño lo llama Edipo, “pies hinchados”. El pastor lleva al niño a Corinto, y se lo entrega al rey Pólibo, que no tiene hijos, quien lo cría como propio.

Al crecer, Edipo escucha un rumor de que no es realmente el hijo de Pólibo y su esposa, Mérope. Le pide al oráculo de Delfos que le diga quienes son sus verdaderos padres. El oráculo le responde que está destinado a matar a su padre y casarse con su madre. Aterrorizado por evitar este destino, Edipo, quien asume que Pólibo y Mérope son sus verdaderos padres, deja, entonces Corinto, para que no se realice la profecía, y se va a Tebas.

En el camino a Tebas, se encuentra con Layo y los dos disputan sobre qué carro tiene derecho de paso. El rey tebano se mueve para golpear al insolente joven con su cetro, pero Edipo, sin ser consciente de que Layo es su padre, arroja al viejo de su carro y lo mata. Así, Edipo asesina a su padre y se cumple la profecía que el rey había intentado eludir matando a Edipo al nacer.

Antes de llegar a Tebas, Edipo se encuentra con la Esfinge, bestia con la cabeza y el pecho de una mujer, el cuerpo de una leona, y las alas de un águila. La Esfinge fue enviada a la carretera que se acerca a Tebas como castigo de los dioses, y va a estrangular a cualquier viajero que no pueda resolver un acertijo: “¿Qué criatura es la que camina a cuatro patas por la mañana, dos piernas a mediodía y tres por la tarde?”.

Edipo acierta a decir que es “el hombre”, quien se arrastra a cuatro patas de bebé, camina erguido en la madurez y se apoya en un bastón en la ancianidad. Vencida por el príncipe, la Esfinge se arroja desde un acantilado, poniendo así fin a la maldición. La recompensa de Edipo por liberar a Tebas de la Esfinge es el reino, y la mano de la reina viuda, Yocasta. Así, la otra parte de la profecía se cumple.

Edipo, ahora rey de Tebas, cuando vive el momento de su mayor esplendor, la ciudad es asolada por la peste, y Edipo manda a su cuñado Creonte a consultar el oráculo de Delfos. A su regreso le cuenta que según este, la peste es resultado de una contaminación religiosa, puesto que el asesino del rey Layo, no ha sido atrapado: su sangre derramada amenaza con dar muerte a todos los habitantes de la ciudad hasta que el asesino sea ejecutado o exiliado.

El rey inicia una investigación sobre la muerte del rey Layo. Creonte le aconseja que consulte al adivino ciego Tirisias, para que ayude a esclarecer los hechos. Este le dice que conoce la respuesta, pero se niega a hablar y le recomienda que deje de buscar. Edipo se molesta, y entre los dos se da un enfrentamiento y acusa a Tirisias de ser cómplice del asesinato de Layo. Enojado, entonces, se marcha, murmurando que cuando se descubra al asesino será un ciudadano nativo de Tebas, hermano y padre de sus propios hijos, e hijo y esposo de su propia madre.