Se requirieron más de cuatro corpulentos hombres para cargar en peso muerto al funcionario,-que por fortuna estaban a su servicio, por lo que no tuvo que pedir favores a gente ajena-, para poder bajarlo por las escaleras del segundo piso en la silla de ruedas en la que estaba postrado.
El subsecretario de educación básica, Julián Montoya de la Fuente vivió así, en carne propia lo que sufren muchos discapacitados; la falta de aditamentos electrónicos para escaleras, elevadores o por lo menos rampas en edificios públicos.
Esto al tener que asistir a una reunión en una de las dependencias que como muchas otras nada tiene de incluyente, (la Secretaría de Educación Pública), en la que cualquier ciudadano si va solo, en sillas de ruedas o algún impedimento para moverse, es imposible acceder a la segunda planta donde se encuentran los funcionarios de primer nivel y el propio despacho del Secretario.
El todavía subsecretario de la anterior administración tuvo que asistir al acto de presentación del nuevo Secretario de Educación, pero para su mala fortuna días antes se había fracturado el tobillo dejándolo con el pie enyesado y valiéndose para mover de una silla de ruedas.
La suerte del funcionario, -con la que no cuenta la mayoría de la gente que está a merced de la ayuda y del favor de algún buen samaritano-, es que como suele ocurrir en estos puestos, llevaba un séquito de subalternos que lo flanquearon hasta el edificio de tres plantas de la sede de la Secretaría de Educación ubicada en la zona conocida como Campo Redondo en Saltillo.
Su primer obstáculo fue atravesar los embanquetados que dan a la calle donde las rampas existentes están muy dispersas y las que están en la entrada son demasiadas angostas y sin las medidas oficiales para maniobrar sin peligro.
El primer sobreesfuerzo humano que hicieron los servidores públicos que lo acompañaban fue el de “echarle una manita” para cargar en el aire la silla de ruedas que con todo y funcionario significaba cargar más de cien kilos en hombro.
La tarea fue titánica, pues el despacho del Secretario estaba 17 escalones y un solo descanso de distancia, sin que alguien de primer nivel viera hasta ese momento la necesidad de espacios incluyentes.
Se requirieron más de cuatro hombres de su confianza para cargarlo en la subida, pero un poco más para cuidarlo en la bajada en la que por momentos al estar en el aire, una que otra sonrisa nerviosa salía de la bica del servidor público ante el temor que fuera tirado por la escalinata de concreto.
El edificio que alberga la Secretaría de Educación y que data ya de casi cuatro décadas de haberse construido, tiene instalado varias subsecretarías en la que la mayoría se encuentra en los pisos superiores.
Algunas rampas flanquean las entradas pero en ninguna escalera o entrada hay señalamientos ni guías para ciegos, sordos, o elevadores para quien anda en muletas o silla de ruedas.
SI SE REQUIERE LOS SERVICIOS PARA LOS DISCAPACITADOS: MONTOYA
Luego de la titánica labor de sus empleados de subirlo y empujarlo hasta la salida de la Secretaría de Educación el funcionario al ser abordado aceptó la necesidad de mayores espacios para las personas con discapacidad.
Julián Montoya de la Fuente subrayó que pese a que su lesión es pasajera, se deben de tener las medidas preventivas para todas las personas con algún impedimento.
“La verdad es que si hay necesidad de estar más que nada como medida preventiva, con todos los servicios y elevadores”, dijo.
Reconoció que tiene la fortuna de contar con el apoyo de compañeros que lo “jalan” y suben a donde va, pero que un elevador en edificios públicos como este de gran tráfico de personas, facilitaría mucho el traslado para las personas.
“Los mío es pasajero, pero sí tenemos que fijarnos en las personas que tienen alguna discapacidad”, concluyó al tiempo de señalar que se fracturó el tobillo.