Hace 100 millones de años en el territorio de Coahuila había un mar que quedó confinado y desapareció, los vestigios de esas aguas fosilizadas en el desierto ahora forman parte de un sistema de 200 pozas en la reserva natural de Cuatrociénegas, que aloja una gran biodiversidad de genes, especies y ecosistemas.
La científica Gabriela Olmedo Álvarez, adscrita al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), indicó que inventariar y entender esa enorme biodiversidad, que supera las expectativas de los científicos, ayuda a descifrar claves sobre la evolución de la vida primigenia en el planeta.
También permite el desarrollo de nuevos productos biotecnológicos, con aplicaciones en campos tan diversos como la farmacología, la producción agropecuaria o la industria química, entre otras.
Olmedo Álvarez refirió que al estudiar las comunidades microbianas del lugar han encontrado una variedad tan vasta que les permite observar “casi toda la bioquímica inventada por la evolución en unos cuantos centímetros cúbicos”.
Prueba de ello, ejemplificó, es que han observado desde cepas de bacterias como Escherichia coli o bacillus anthrasis, que pueden ser dañinas para el humano, hasta otras que benefician los cultivos.
La también directora del Cinvestav, explicó que para realizar este tipo de estudios toman muestras de bacterias que luego son cultivadas en laboratorio en un medio gelatinoso.
En algunos casos recurren a la metagenómica, esto es, el análisis conjunto de los genomas de los diversos organismos que comparten el mismo entorno ecológico.
Mediante esta clase de investigaciones han observado los distintos patrones de interacción de las bacterias cuando comparten un mismo medio de cultivo. Así se descubrió que mientras algunas compiten hasta aniquilarse entre sí, otras entretejen redes de cooperación.
Además, han encontrado que muchas especies de bacterias pueden proliferar en ese medio tan hostil mediante adaptaciones que les permiten, por ejemplo, aprovechar compuestos como los fosfonatos o el fosfito ante la carencia de fósforo, que es una especie de “banco de energía” para los seres vivos.
El estudio de las comunidades microbianas es relevante, agregó la investigadora, porque nos aporta claves para entender la evolución de los seres vivos y el material genético compartido que constituye la base de la vida.
Para tener una dimensión de esto, recordó que 37 por ciento de los genes que poseemos los humanos ya habían sido “inventados” por las bacterias.
Aunque el enfoque primordial de estos estudios es básico, también puede aprovecharse para fines prácticos, como el desarrollo de plantas resistentes a condiciones adversas del medio ambiente.
“Cuatrociénegas es un lugar muy diverso, con alto endemismo tanto de organismos grandes como microscópicos, pero sus aguas son muy pobres en nutrientes; de ahí que nos preguntemos cómo puede tener esta gran biodiversidad”.
Gabriela Olmedo Álvarez
Científica
OPB