Rio Babel

Muchas no festejarán
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
Mañana, miles de mujeres serán celebradas por sus hijos. Desde muy temprano, quizás despierten con serenatas, y en su agenda tengan una comida con la familia en su restaurante favorito o en casa. Algunas tal vez reciban flores, globos, e incluso, si el presupuesto lo permite, alguna joya.
Pero mientras muchas disfrutan y celebran el Día de las Madres con alegría, otras mujeres recorrerán las calles del país para exigir la búsqueda de sus hijos, hijas y esposos que han desaparecido.
Durante años, los medios han mostrado el dolor de estas madres, un dolor que no se puede explicar con palabras. Mujeres que no saben si sus seres queridos están vivos o muertos, pero que tienen la certeza de que son víctimas de la violencia y de la indiferencia de las autoridades.
Desde hace tiempo, estas madres han señalado que las autoridades de todos los niveles hablan mucho de los avances, pero en realidad, lo único que han hecho es reconocer las desapariciones, sin realmente buscar a las personas. En lugares como Jalisco, Ciudad Juárez, el Estado de México y en cada rincón del país, hay historias de dolor que necesitan ser escuchadas y atendidas.
A lo largo de los años, los partidos políticos en el poder —PRI, PAN, Morena— han cambiado, pero la violencia y las desapariciones siguen igual. Los gobiernos han sido incapaces de ofrecer una solución real. Más allá de discursos y diferencias ideológicas, ningún presidente ha puesto atención de verdad a las madres de los desaparecidos.
En México, hay más de 125 mil personas desaparecidas, según datos de la Secretaría de Gobernación, que recopila información desde el año 2000 hasta diciembre de 2024. La mayoría de estas desapariciones ocurrieron desde 2006, cuando empezó el gobierno de Felipe Calderón, y más de 60 mil personas desaparecieron desde 2019, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Hoy, muchas mujeres celebran con alegría, pero también hay otras que sienten una profunda tristeza porque no saben dónde están sus hijos. Es un día para recordar que, aunque hay motivos para celebrar, también hay heridas abiertas que necesitan ser sanadas.