Juan y Dolmo
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
Una fotografía se volvió viral el miércoles por la mañana en la Comarca Lagunera. Era la imagen de los hondureños Juan y Dolmo Flores, la primera pareja de delanteros que volvió locos a los aficionados en el antiguo Estadio Corona, la llamada Casa del Dolor Ajeno.
Los jugadores volvieron a la Comarca para participar en una serie de convivencias y partidos, entre niñas, niños, y adolescentes y exjugadores leyendas del Santos Laguna que organizó el municipio de Gómez Palacio que encabeza Leticia Herrera Ale en conjunto con la Fundación Chilchota.
En estas actividades también participaron Oribe Peralta, Jared Borgetti, Rodrigo “El Pony” Ruiz, Matías Vuoso, el Turco Apud, entre otros.
En los tiempos de vacas flacas, antes de que llegarán los grandes patrocinadores, Juan y Dolmo se convirtieron en una de las duplas más letales del futbol mexicano. Era común ver a Dolmo desbordar por la banda, lanzar un centro y que Juan anotara un gol. Por desgracia en ese entonces faltaba equipo para que apoyara a estos grandes jugadores que se convirtieron en ídolos y leyendas.
La imagen de estos dos hondureños provocó no sólo nostalgia, sino también nos hicieron recordar cuando había amor a la camiseta y ellos entregaban todo en la cancha para provocar alegría en una afición que llenaba cada quince días un incómodo Estado Corona y soportaba más de 40 grados centígrados.
Para el escritor Juan Villoro “(Los futbolistas) Son los evangelistas de una religión que dura 90 minutos. El futbol depende de milagros y de tener fe contra la evidencia, pero carece de noción del más allá: su cielo y su infierno se cumplen en la cancha”.
Sin duda Juan y Dolmo hacían milagros, como el Turco Apud magia y Jared nos regalaba el primer campeonato con un bello gol de cabeza mientras el Pony enloquecía a rivales y Oribe Peralta nos enseñaba que de los campos llaneros del ejido la Partida se puede brincar al glorioso pasto de Wembley.
El mismo Villoro afirma que “El futbol es el regreso a la tribu, cuando estamos gritando con la cara pintada, las antorchas, nos damos vacaciones de la civilización”.
Y precisamente eso evocan las leyendas del Santos Laguna, el regreso a la tribu, a estar colgado en una alambrada coreando un gol mientras el termómetro marca más de 40 grados. Con una afición que guardaba celosamente sus contraseñas una semana para así asegurar su lugar en el próximo partido.
Hoy el Santos juega en un estadio de lujo, sin embargo, en la cancha están más preocupados por vestir a la moda, posar para la foto que en el provocar el grito de gol en el aficionado. Algo que sí motivaba a las leyendas del Santos.