Saltillo, Coahuila / 14 agosto 2018
A la báscula
Por Julián Parra Ibarra
Por alguna circunstancia que desconozco y que no logro comprender, desde hace algunos años, los seres humanos hemos venido invirtiendo nuestra lista de valores y prioridades. De pronto con el paso de los años, algunos valores como el respeto, la honestidad, la tolerancia fueron transformados por muchos en modas, es decir, los consideran obsoletos, esos ya no se usan, se usaron en otros tiempos, pero no ahora.
Pero los valores y principios nunca pasan de moda, no son de determinados tiempos o épocas, esos tienen vigencia siempre y su desuso es justo lo que nos ha llevado como sociedad a vivir en un escenario del que todos nos quejamos ¿por qué estamos viviendo en un mundo tan violento? ¿por qué tanta intolerancia, deshonestidad, impunidad, falta de compromiso con nosotros mismos como sociedad?
Nuestra lista de prioridades también la hemos venido invirtiendo: hoy es más grave que se mate a un toro en una corrida en cualquier plaza, aunque la mayor parte de la semana nos pasemos comiendo carne, de res, de cerdo, de pollo, de pescado, de cordero, de cabra; eso se ha convertido en prioritario, por encima de la muerte de seres humanos –mujeres y menores de edad, sobre todo- a manos muchas veces de quienes tienen un lazo de sangre o se supondría que afectivo, con las víctimas; o por encima del sentimiento que nos genera la muerte de seres humanos, por suicidio.
Escucho que en la tribuna del Congreso de Coahuila se discute la revocación o no de las corridas con una vehemencia que conmueve, porque se considera que matar un toro en una plaza es una barbarie. Pero no escucho a ningún legislador que muestre preocupación real porque Coahuila está convertido en el segundo estado en todo el país que registra el más alto índice de suicidios, un flagelo que ha venido golpeando en los últimos años a nuestros jóvenes y nuestras mujeres, los dos segmentos más numerosos de nuestra población.
No los escucho defender con la misma vehemencia que a los toros, a los menores de edad de toda la entidad, víctimas de la violencia de sus padres, madres o padrastros, muchos de ellos convertidos en víctimas fatales. Con el respeto que me merecen los animalistas, pero no sé en qué momento invertimos nuestra lista de prioridades y valores, para colocar por encima de las de los humanos, la vida de los animales. En mi esquema mental no logro ‘cuadrarlo’, y lo peor es que no veo que a nuestros legisladores eso les importe mucho que digamos. Creo que debo meditarlo, a lo mejor soy yo el loco y ando circulando por la vida en sentido contrario.
@JuliánParraIba