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16 de octubre de 2025
Opinión

Paralaje

Paralaje
  • octubre 16, 2025

Otro divorcio

Hugo Díaz Aguilera

Pasado el primer informe de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y a un año de que asumió como tal, no obstante que se mantienen varias de las políticas públicas —o al menos en las formas— de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, como la rispidez con la que trata a la mayoría de los medios de comunicación y buena parte de la narrativa de un México inexistente en la conferencia mañanera, también es cierto que hay aspectos que hablan de un desmarcamiento de su antecesor.

Quienes hemos aplicado una permanente lupa al gobierno de la Cuarta Transformación —que no somos pocos— hemos encontrado, de alguna manera, que Sheinbaum Pardo está complementando la parte que en el sexenio pasado no se pudo realizar, por ejemplo, el desmantelamiento del poder judicial.

No obstante lo anterior, quienes estamos ajenos a fobias y filias, pero sí con mirada aguda, podemos apreciar que en el renglón de seguridad la presidenta ha dado un muy duro golpe de timón, para pasar de la estrategia “abrazos, no balazos” a la de “balazos sin abrazos”. De ahí las detenciones que se han hecho de integrantes de la delincuencia organizada, junto con el paquete de delincuentes que se le ha entregado a las autoridades norteamericanas.

El más reciente pronunciamiento por parte del secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, al elogiar el modelo de seguridad coahuilense, al tiempo de subrayar la gran colaboración y coordinación de las fuerzas de seguridad nacional con las policías estatales de Coahuila y el Ejército mexicano, habla, sin duda alguna, de que está vigente una forma muy diferente de atacar el problema de la inseguridad.

Aunado a ello, producto de la reunión entre el canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, en el tenor de conseguir el desmantelamiento de organizaciones terroristas extranjeras que amenazan con el tráfico de fentanilo y de armas —cuando apenas, hace un año, se negaba incluso que hubiera fentanilo en México—.

La más reciente licitación para venta de carbón a la Comisión Federal de Electricidad, en la que cerca de 25 productores de carbón se vieron beneficiados, y que únicamente enfureció a quien, durante la gestión de Manuel Bartlett como director de la CFE, se veía beneficiado como productor del llamado oro negro, da la pauta para reconocer otro acierto de la presidenta Sheinbaum.

Las patadas de ahogado del “autodenominado amigo del pueblo”, incluso los señalamientos que el 8 de octubre pasado hizo en su Facebook hacia la empresa paraestatal, calificándola de ignorante de la ley, de corrupta y de solapadora de algunas empresas dedicadas a la producción de carbón, hablan de cambios y más cambios en el gobierno de Claudia Sheinbaum.

Pero también hablan de un posible distanciamiento de la autollamada Floriza con Palacio Nacional, al cuestionar la designación de la presidenta con A de la directora general de la CFE.

¿Qué sigue para la Floriza?