Paralaje

La maestra Elisa
Por: Hugo Díaz Aguilera
Se cumplen dos meses y tres días del hallazgo del cuerpo sin vida de la niña Brisia, conocida como la niña boxeadora de Nueva Rosita, que se presume fue asesinada por un expolicía de élite de Nuevo León, y cuyo cadáver fue, primero, escondido y luego abandonado en un paraje a las afueras de la ciudad. Hay dos personas bajo prisión preventiva acusadas: uno, de asesinato y ocultamiento de cadáver; y otra, acusada de complicidad en el ocultamiento. La persona acusada de ocultamiento responde al nombre de Elisa “n”, maestra en la Técnica 51 de Nueva Rosita, y, de acuerdo con los escuetos informes, es pariente del expolicía acusado del asesinato. A Elisa la conocí en el ya lejano 2008; coincidimos en un posgrado en la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad Autónoma de Coahuila en Saltillo. Como la actividad era presencial, la vecindad de los pupitres me permitió conocerla de cerca. Siempre vi en Elisa a una persona con deseos de salir adelante y sobresalir como docente. En aquel entonces era maestra en un colegio privado en Saltillo, pero deseaba una plaza en el sector público. En mi poca estancia en la facultad, mis compañeros y yo la vimos como una persona propositiva, constructiva, no muy social, pero muy agradable, ampliamente responsable con su familia, su trabajo y los quehaceres académicos de la maestría. Después de mi salida ya no supe de ella; en una ocasión fortuita la vi a la distancia, sin saludarla. Fue aquel 19 de junio de este año cuando vi su fotografía publicada en un periódico digital señalándola como cómplice en el drama de Brisia. Quedé atónito y petrificado; además, en shock, pues no daba crédito a lo que estaba leyendo. Me puse a indagar un poco más sobre Elisa; pocos compañeros de la maestría la recuerdan. Sin embargo, en los lugares donde venía trabajando —como la Universidad Pedagógica de Ramos Arizpe, una secundaria en la comunidad de La Laguna, creo, en La Rosita, y más reciente en la Técnica número 51 de Nueva Rosita—, la maestra Elisa era una persona cuyo perfil laboral y personal no coincide con el de un criminal. En Rosita tenía menos de un año; hace año y medio acreditó su examen de titulación de la maestría en Matemáticas Educativa. Realizaba actividades colectivas para dotar de material didáctico a sus alumnos. Quienes hablaron conmigo, condicionando anonimato, coinciden en que se trata de una buena persona. No faltan voces que contradicen lo que el servidor opina; incluso la pintan como una persona de comportamiento inapropiado con las alumnas dentro de la escuela. En un balance de dichos y contradichos, atino a decir que, si Elisa fue víctima de un engaño, Dios pondrá las cosas en su lugar; si, por el contrario, de manera deliberada tomó participación en este drama, la justicia debe alcanzarla.