Saltillo, Coahuila / 13 junio 2018
Escuela inclusiva
Por: Hugo Díaz
Juan Carlos es un niño de apenas ocho años, pertenece a una familia de posición económica baja y habita en una de las colonias de Sabinas constituida por casas de interés social; cursaba hasta la semana pasada el segundo grado de primaria en la escuela Benito Juárez de la misma ciudad, fue expulsado por indisciplina a decir del director del plantel, el profesor Tomás García de acuerdo con una votación entre maestros durante un consejo técnico escolar.
El caso de Juan Carlos ha sonado en los medios de comunicación locales pero cosa curiosa, en un estado en donde en los últimos años la inversión en materia educativa ha sido histórica. Un estado que se ha propuesto como meta elevar el grado escolar de sus ciudadanos para dar la competencia a Nuevo León; en un municipio que cuenta con un programa denominado “patrulla escolar” y que fue reconocido en la entidad para ser replicado en otros municipios. Ninguna autoridad ni ningún funcionario se han interesado por conocer más sobre el caso de Juan Carlos.
Pareciera como antaño, echar a un niño a la calle por indisciplina, antaño eran otros tiempos en donde los maestros no tenían el perfil de los de hoy, algunos ni siquiera con preparatoria contaban, otros más eran personas que dominaban un oficio y gracias a una ayuda se enrolaban como maestros frente a grupo. La Ley General del Servicio Profesional Docente producto de la reforma educativa hoy vigila, supervisa y evalúa continuamente la destreza y competencias que el maestro frente a grupo posee y en ellas se aprecia claramente la parte socioemocional del alumno que el maestro debe vigilar. En su estudio sobre el espíritu etológico, René Spitz cita las relaciones tempranas del niño con otras personas de su entorno ya sean adultos o también niños, y determina que esta perspectiva etológica tiene una profunda influencia en el desarrollo emocional en los primeros años de la vida en los que se establecen los cimientos del desarrollo futuro hasta alcanzar la madurez. Para el psicoanalista austro-estadounidense en una analogía del ser humano con otras especies existen periodos de tiempo en los que la cría está óptimamente preparada para aprender ciertas conductas o características de su entorno que tienen especial valor de supervivencia (periodos sensibles) por lo tanto resulta necesario incentivar física y socialmente el desarrollo del ser humano.
Resulta verdaderamente inconcebible que ante una situación como la de Juan Carlos tanto autoridades del estado como del municipio se muestren apáticas con oídos sordos para solucionar un problema que no debe darse en la actualidad. ¿y dónde quedó la escuela inclusiva?
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