Los psicoanalistas escarban y escarban en la forma en la que mirábamos a nuestros padres y en la que ellos nos miraban a nosotros, para tratar de medir los daños sistémicos y estructurales que desde nuestro origen se han producido.
Doce años estuvieron fuera del poder después de mantenerse en la Presidencia de la República durante siete décadas ininterrumpidas. Han tenido problemas de todos los colores, existen dudas sobre si podrán o no superar este momento, y sin embargo, todo México en política aún huele al PRI.
Y es que, obsérvenlo ustedes mismos, en este momento en el que todo parece indicar que estamos a seis días de que se conozca el nombre del elegido por el gran elector, es decir, el presidente; el país pese a los demás partidos políticos y pese a las experiencias acumuladas se comporta, piensa, sufre y actúa en clave priista.
Por eso tal vez es posible observar que el contagio, la formación del carácter y el daño sistémico estructural que nos hicieron esos setenta años de dictadura perfecta –porque el pueblo de México así lo quiso–, no sólo se queda en el partido que ahora de nuevo está en el poder, sino que también trasciende hasta los partidos de la oposición.
Observen ustedes el calvario silente por el que está atravesando el Frente. Y es que, al final en esa coalición con todo y su Movimiento Ciudadano, con todo y su PAN-PAN, y con su PRD-PRD, hay gente que aún cree en un procedimiento históricamente priista.
Hablar del Frente Ciudadano y hablar de Ricardo Anaya resulta aburrido. Pero además Anaya no está solo y al final del día está claro que alguien le ha permitido llegar hasta este punto, en el que si se llegan a descuidar no sólo podría convertirse en el candidato del Frente, sino que además se llevaría entre las patas lo que queda del Partido Acción Nacional, dos veces gobernante de la presidencia mexicana.
Hoy los votos del Frente podrían ser más rentables, no para elegir a un presidente, sino para cambiar determinadas leyes fundamentales.
Sin embargo, al tiempo que todo eso va sucediendo el presidente del PAN sueña con ser tlatoani, y en el fondo, sea o no el candidato del Frente, a él lo que en verdad le gustaría es ser el candidato del PRI, puesto que está planteando toda su campaña como si fuera un gran priista.
Por eso –repito– mientras que al parecer quedan seis días para saber quién será elegido por el señor presidente –ya que aparentemente lo de menos es para qué, porque basta con que eso lo sepa el gran elector–, los demás están frente a frente, tratando de recuperar el gen priista a toda costa.
@antonio_navalon