Saltillo, Coahuila / 25 De Enero del 2019
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
En diciembre de 2013 Eduardo Olmos entregaba la alcaldía de Torreón a su amigo, Miguel
Riquelme, hoy gobernador de Coahuila. Olmos dejaba el cargo en medio de la controversia, para
muchos había sido un pésimo alcalde para otros fue el edil que enfrentó la peor crisis de
seguridad.
Antes de que rindiera su último informe Olmos de manera exclusiva me narró como enfrentó al
crimen organizado y las 23 amenazas de muerte que recibió. Era la última semana de noviembre
de 2013.
Eduardo Olmos me contó que dos policías municipales con los pies arriba de su escritorio fue lo
primero que vio cuando entró a su oficina la mañana del 16 de marzo de 2010. Ese día mil policías
en compañía de familiares marcharon para exigir la destitución del general Bibiano Villa como
director de la corporación.
Olmos tenía tres meses en el cargo. Una comisión de 10 policías entró a negociar con él. Afuera de
la entonces presidencia, la gente portaba pancartas. El crimen organizado había llevado asadores
para preparar carne, pollo. En los alrededores de la presidencia personas armadas alentaban la
protesta. La petición: el alcalde destituía a Bibiano Villa o dejaba que los agentes designarán a los
escoltas del general. “Querían matarlo”, me dijo Olmos.
En esos días los 900 policías de Torreón trabajaban para el crimen. La mayor parte de los recursos
de su gobierno se destinaron a indemnizar a los agentes y limpiar la corporación.
Con aciertos y errores, como todo mandatario los tiene, Eduardo Olmos puede presumir como su
mayor logro: limpiar la corporación. Sentó las bases para la paz que hoy tiene Torreón.
Posteriormente Miguel Riquelme continúo el trabajo como alcalde enfocándose al rescate de los
espacios públicos con obras como la Línea Verde y el Complejo La Jabonera.
Olmos está de regreso en Torreón ahora como presidente del PRI. Como buen animal político sabe
que su tarea no es sencilla. Su misión: revivir un partido que Hugo Dávila le entrega enfermo,
algunos dicen que en coma. Rigo Fuentes, dirigente estatal, también contribuyó al mal.
El PRI de Torreón en los últimos años se alejó de su estructura, únicamente buscaba aceitar la
maquinaria antes de la elección. Los resultados son de todos conocidos.
Sin embargo fue más su distanciamiento de la sociedad civil. El PRI de Torreón se olvidó de los
campesinos, de las colonias marginadas, pero también de los colectivos culturales, de los grupos
feministas, de las asociaciones deportivas y promotoras de los derechos humanos.
Hace unos años Olmos fue capaz de limpiar la policía de Torreón, hoy su reto más cercano es
ganar las próximas diputaciones locales en 2020, pero sobre todo reinventar un partido para que
vuelva a representar a todos los sectores de la sociedad.