Duermevela

Cuidar a quienes transforman el mundo
Por: Cyntia Moncada
Detente. Respira. Conecta. En un mundo que corre sin piedad, ese mantra se vuelve muchas veces un privilegio difícil de alcanzar. Detenerse cuando el dolor del mundo apremia cuesta. Pero a veces, detenerse es la única manera de seguir.
Trabajar tiempo completo en organizaciones civiles puede ser profundamente gratificante, pero también desgastante. A veces, llevamos tanto tiempo en modo urgencia que aprendimos a confundir la entrega con el agotamiento, la empatía con el desvelo y la vocación con el sacrificio.
Hace unos días, el Heart Summit —un encuentro internacional que este año tuvo lugar en Saltillo y que fue organizado por Distrito Carolina— con el lema “Transformar el mundo comienza por cuidar a quienes lo transforman” nos obligó a hacer esa pausa. Un paréntesis en medio de la prisa. Un espacio de arte, conversación, música, ciencia, meditación, naturaleza y nuevos descubrimientos. Un respiro para recordar por qué hacemos lo que hacemos, y con quién.
Respira.
Durante dos días, la Universidad Carolina se volvió un refugio. Nos reunimos quienes, desde distintos lugares, trabajamos por transformar la realidad: maestras, activistas, voluntarias, psicólogas, médicas, gestoras comunitarias. Sí, en su mayoría mujeres. Mujeres que sostienen causas, instituciones y personas, viviendo la experiencia de reconectar con lo que las sostiene.
Escucharnos fue un acto de ternura. Hablamos del cansancio que se acumula en el cuerpo, de lo frustrante que puede ser mirar la injusticia tan de cerca y sentir que el cambio llega lento. De cómo el trabajo por los demás puede, a veces, alejarnos de nosotras.
Entre conferencias, silencios y abrazos, algo se volvió claro: el cuidado no es descanso, es parte del trabajo. Es permitirnos sentir sin culpa. Respirar sin apuro.
Conecta.
El Heart Summit Saltillo fue un recordatorio que el mundo no cambia solo con fuerza, sino también con ternura. Que acompañar también es dejarse acompañar. Que detenernos no es rendirnos. Y al final, cerrar el encuentro con la certeza que vale la pena hacer lo que hacemos.
Celebro este espacio que se abrió entre la prisa. El Heart Summit Saltillo me permitió detenerme y reconstruir la mirada desde donde veía las causas por las que trabajo. Me recordó que hay muchas formas —múltiples, indistintas— de flore-ser.
A veces las revoluciones se hacen hacia dentro. En el silencio, en la pausa, en el gesto de cuidarse.
No siempre se trata de tomar las calles, sino de aprender a escucharse el corazón, de reparar lo que el cansancio fue desgastando. Porque también es revolucionario descansar, reconocerse frágil, volver al cuerpo, volver a la calma. Solo desde ahí —desde adentro— vuelve a nacer la fuerza para transformar el mundo.
Ojalá que sea el inicio de muchos encuentros, donde donde podamos seguir acompañándonos, reconocer el valor del descanso, sostenernos en tribu y recordar que cuidar también es transformar.