Lobo rasurado
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Al diputado perredista Víctor Hugo Lobo le faltaba un empujón para tomarlo de pretexto e irse a los brazos de Morena. El dos veces alcalde de Gustavo A. Madero y tres veces diputado plurinominal del PRD utilizó su confrontación con Jesús Zambrano, dirigente nacional, y romper vínculos con el partido del Sol Azteca.
El diputado que dijo que no saltaría Morena, comenzó a través de su grupo político integrado por los diputados Janecarlo Lozano y Jorge Gaviño un discreto pase al partido en el poder en la capital del país. Otra razón es que sabe que si pasa del otro lado de la historia, su panorama cambiará e iniciaría con borrón y cuenta nueva.
Primero fue Janecarlo Lozano el enviado a las filas de Morena. Con él empezó la tránsfuga. Ahora Víctor Hugo Lobo se lleva un puñado de perredistas de la ciudad. Sin adelantar si se integrarán a Morena o a cualquier otro aliado oficialista, dio a conocer que desde ahora el grupo se denominará como “fuerza Democrática”.
Jesús Zambrano se salió con la suya y aplicó un revés al perredista y lo sacó de la jugada en la lucha de fuerzas por la precandidatura. Impuso a Luis Espinosa Cházaro como el precandidato del PRD a la Ciudad de México y comenzó a exprimir al perredismo de la capital.
Zambrano montó a Cházaro en una aventura electoral. El dirigente nacional no es el personaje político más emotivo para los perredistas. En la actualidad, el PRD ya no es el partido de la movilización social ni simpatizante de grupos de académicos, intelectuales que en algún momento fue. Es más, la capital nunca fue bastión de Nueva Izquierda. Ahora, pretende convertirse en una corriente local, ya que su fuerza se encuentra mermada y va en declive.
Zambrano tiene la necesidad de concentrar la mayor cantidad de posiciones rumbo a 2024, por eso su ampliación de periodo como dirigente y aferrarse a negociar de manera directa, el mayor número de espacios. Por ello, se encuentra aferrado a pisotear al PRD y a militantes diminutos como Lobo Román. A quien ayudó a partir de manera indirecta y quitar de enmedio un negociador extra.
El problema de fondo es que Espinosa Cházaro es un falso “chilango”, quien en realidad vive en Houston, aunque nació en Guadalajara y creció en Querétaro. Aún así Cházaro es la moneda de cambio para la negociación con el PRI y el PAN. En este caso, a Luis Espinosa se le olvidó que su presidente Jesús Zambrano, dobló las manos ante Marko Cortés del PAN y Alejandro Moreno del PRI, para que el panismo encabece la candidatura a la Presidencia y a la Ciudad de México.
Pero llevó a cabo un evento llamativo para vender más caro su apoyo a la Alianza por la Ciudad de México. El debilitamiento en el que se encuentra el perredismo solo le alcanza para utilizar la estructura de la ciudad para negociar, justo ahora que su partido comienza a dar señales de poca fuerza real.