Dobleces

Los fantasmas del PAN
Por: Israel Mendoza Pérez

El panismo en la Ciudad de México se encuentra parado sobre un polvorín. Construido por ellos mismos. Sin una fuerza de convocatoria poderosa, los golpes externos y la división interna, comienzan a convertirlo en un instituto político poroso. Sin embargo, en ese contexto es inevitable cuando hoy se analizan las denuncias que rodean al alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe Echartea. El alcalde panista es una pieza dentro de la estructura panista de contrapeso. Tiene control en una parte de los comités regionales, sin embargo, su trabajo en la alcaldía comienza a generar desconfianza. Las señales están prendidas, en una de las zonas que se supone es bastión del panismo capitalino. En Miguel Hidalgo, las investigaciones en curso sobre la obra de Lafontaine 110, en Polanco, una de las zonas con más plusvalía, no se reducen a un posible piso excedente, como ocurrió en la alcaldía Benito Juárez, hace un par de años. Lo que está bajo la lupa es si la cadena de autorizaciones y supervisión funcionó conforme a la norma o si, como ocurrió en otros casos ya juzgados, las irregularidades avanzaron gracias a omisiones toleradas. A este frente se suma un clima de confrontación con vecinos que denuncian bloqueos a proyectos avalados por presupuesto participativo, mientras otros avanzan sin respaldo ciudadano, como lo han expresado habitantes de la colonia Anzures. La alcaldía está en riesgo político y en dos años en riesgo electoral. La dimensión política tampoco ayuda a disipar dudas. Las acusaciones sobre el presunto uso de recursos institucionales para favorecer la proyección de la diputada local Laura Álvarez Soto, esposa del alcalde, refuerzan la percepción de una gestión donde lo público y lo privado se confunden. Aunque estas denuncias aún deben probarse, colocan a Tabe en una posición incómoda: la de un alcalde que exige confianza mientras acumula frentes abiertos de investigación. Incluso, su relación con el Congreso de la Ciudad de México ha sido errática. La negativa a comparecer para explicar el ejercicio presupuestal, bajo el argumento de desacuerdos de forma, abona poco a la transparencia. En una ciudad marcada por escándalos de corrupción urbana, rehusar el escrutinio político es una decisión que se paga con sospecha. Estos señalamientos, algunos de ellos hoy bajo revisión de la Secretaría de la Contraloría General de la Ciudad de México, para sus críticos, encajan en una lógica que apunta a la utilización del poder territorial para construir continuidad política, allanando el camino a una sucesión controlada y en consecuencia a la impunidad para él. El verdadero problema para Mauricio Tabe no es solo lo que pueda resolver la Contraloría o, eventualmente, los tribunales. Es que gobierna bajo la sombra de una serie de acusaciones y un pasado que su partido no ha logrado desmentir con hechos. El panismo capitalino arrastra problemas de credibilidad. El cártel inmobiliario es un precedente para el partido en la Ciudad y esos son fantasmas, para el panismo, que a final del día, pesan.