Dobleces

Son uno mismo
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Frente a la reestructuración financiera de Pemex anunciada desde Palacio Nacional, las prácticas laborales y de la vida interna del STPRM, encabezado por Ricardo Aldana Prieto, ya no tienen espacio. El sindicato es un elemento anacrónico y de vida artificial, utilizado por su dirigente a lo largo de su historia como plataforma de negociación política.
En la actualidad, la presencia de la disidencia tampoco tiene cabida. Durante la época de Carlos Romero Deschamps, se tuvo una oposición subvencionada desde las oficinas en la calle Zaragoza número 15, en el centro de la Ciudad de México. Situación que se mantiene intacta.
Eso es una práctica aún recurrente y aprendida por Ricardo Aldana. El griterío a las afueras de la sede sindical y las denuncias presentadas por los opositores son una mascarada. Ni ratifican denuncias y todas sus “acciones de lucha” son un show mediático. Además de hacer el trabajo sucio del actual secretario general.
Dirigencia sindical y disidentes son lo mismo. El caso de Rubén Choreño Morales, eterno aspirante a la secretaría general del STPRM, es la muestra clara de esas prácticas que deben ser eliminadas al entrar en operación el Plan Estratégico 2025-2035 de Petróleos Mexicanos. La denuncia que interpuso, recientemente, contra Marath Baruch Bolaños, secretario del Trabajo y Previsión Social; María Eugenia Navarrete Rodríguez, presidenta de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, y Alfredo Domínguez Marrufo, director general del Centro Federal de Conciliación y Registro Labora, lleva detrás el interés y la mano de Ricardo Aldana.
Prueba de ello es que la acusación indica que el exdiputado priista es un “encargado de despacho” y carece de “Toma de Nota”. Esos dos elementos son los que apoyan a Aldana para presionar a las autoridades del gobierno federal, a través de un tercero, y con eso legitimar su cargo en el STPRM. Las autoridades al señalar que es el dirigente autorizado para negociaciones con Pemex se desactivan otros brotes de inconformidad y frente a la opinión pública queda asentado como dirigente actual. A eso se dedica Rubén Choreño.
Y es que, en el oficio DCAS-SCH 3078 emitido por Pemex, se precisa que Rubén Choreño Morales, es un ex trabajador de planta sindicalizado quien firmó plaza definitiva en el año de 1983, causando baja de la empresa en el año 1992 con una antigüedad en la empresa de 5 años 302 días.
Más pruebas de su falsa disidencia es que el estatuto de sindicato indica que se debe ser trabajador sindicalizado en activo para poder ser dirigente nacional.
Choreño Morales ya no es trabajador activo y comenzó a lanzar ataques contra el gobierno de la cuatroté. Su voz y reproche solo han encontrado eco entre diputados petistas como Magdalena Núñez y Francisco Amadeo Espinosa Ramos, quienes le dan foro en la Cámara de Diputados, en actitud retadora contraria a lo decidido desde Palacio Nacional.
El sindicato petrolero se encuentra sumido en un pasado político rebasado por la corrupción y de un futuro incierto, los vientos de cambio para Pemex exigen mejores prácticas laborales. El STPRM está fuera de la ecuación de modernización. Lo sabe Aldana, pero se aferra a un botín político y no sabe entrar en la modernidad.