El negocio del dolor
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Las prácticas deshonestas y la corrupción se comienzan infiltrar entre activistas. María de la Luz Estrada Mendoza, coordinadora general del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, comenzó a utilizar la causa de la violencia contra las mujeres para beneficio de su grupo que, ahora, se encuentra más centrado en actividades políticas que en la defensa y promoción de los derechos humanos en favor de las mujeres.
A través de las declaraciones estridentes de la activista comienzan una serie de acciones para tejer una historia, alrededor de un caso de feminicidio, en la que se exhibe inoperancia de los aparatos de justicia local y de gobiernos estatales, pero detrás de esa máscara de activismo está una lucha personal más allá de los intereses de las víctimas.
En el país, la lucha contra los feminicidios se intensificó en la última década por parte de autoridades y colectivas. Se supone que el papel de los activistas es desinteresada y acompañar a víctimas de feminicidio con la única intención de que se les haga justicia y no se vuelvan a repetir esos terribles hechos, pero recientemente, el papel de María de la Luz Estrada se distorsionó y encontró en esta tragedia la forma de vivir y sacarle provecho para su beneficio.
El modus operandi, puesto en marcha en entidades como Baja California y el Estado de México, por parte de Estrada Mendoza, son ejemplos perfectos de esta manera sutil de presionar a autoridades para obtener beneficios. En el Edomex su reciente declaración estruendosa fue que en la entidad mexiquense fueron asesinadas 298 mujeres, de enero a septiembre de 2023.
Después de hacer visibles datos de víctimas la activista espera con ansias un nuevo caso, si le ve potencial, usa el nombre de las víctimas, sin permiso de sus familiares, para solicitar en el extranjero miles de dólares o euros para “darles acompañamiento y consuelo”, pero en realidad las víctimas no reciben nada, ni siquiera buenos tratos de María de la Luz Estrada, que tiene fama de formas muy patriarcales, machistas y violentas, justo lo que dice combatir. Los casos están documentados y el riesgo es que su influencia es reconocida, pero su honestidad está en duda.
Luego, ya que tiene los fondos internacionales, con esos recursos empieza a ejercer presión contra los gobiernos estatales y municipales donde ocurrieron los hechos para que se contrate a alguien cercano a su observatorio para “asesorarlos” en el tema; muchos funcionarios caen en su sofisticada forma de coacción a través del negocio del dolor.
El estilo de actuar de María de la Luz Estrada, no solo se aprovecha de las víctimas sino también de algunos despistados en los gobiernos estatales o municipales, que los pone a temblar con los casos sin saber que en el fondo su intención es lucrar.
El negocio del dolor encontró una fuga de riesgo tanto de información como de protección de las víctimas. Ahora no se sabe quien es defensor real y quien encontró un modus vivendi.