Israel Mendoza Pérez
La última de Zambrano
@imendozape
Convertido en un cero a la izquierda, Jesús Zambrano, el último dirigente del PRD anda desesperado por tener una pizca de poder. Después del hundimiento del partido a nivel nacional, el perredista comenzó una operación de arrebato de bastiones locales. La Ciudad de México y el Edomex se volvieron sus obsesiones.
Sin embargo, sus movimientos comenzaron a desactivarse. Primero en la ciudad buscaron apoyo a través de su, ahora, rival-aliado Víctor Hugo Lobo, ahora neomorenista.
Lobo Román obedeció y envió a sus personeras Adriana Sigler, Dulce Karen Garrido Estrada y Karla López Celis, a impugnar los procesos internos del sol azteca que en la ciudad recibió el beneplácito del instituto local de la CDMX para continuar como partido local. Por ello, el interés de conquistar el partido, ya que sería la manera de hacerse visible y con poder.
Aunque no se puede dejar de largo que las enviadas hicieron campaña por Morena y paralelamente se metieron a la vida interna del PRD en la capital. En este enredo, hay más intereses económicos que ideológicos y políticos, ya que quien mantiene una sólida alianza con Jesús Zambrano y Alfa González, toda vez que es sistemática la intromisión de Lobo en la vida interna del partido al que renunció a gritos y sombrerazos contra Jesús Zambrano. Su alianza de conveniencia a los pocos días resultó desastrosa y sin los dividendos buscados.
Sin embargo, después de esa fallida operación de arrebato en la capital del país, Zambrano también comenzó una segunda búsqueda para generar un ambiente enrarecido dentro del PRD mexiquense. Omar Ortega, el dirigente estatal, se convirtió en el segundo blanco de ataques. Con una estrategia similar, Zambrano usa a un perredista resentido, y encontraron en Agustín Barrera el aliado a quien azuzar para tener el control en esa plaza.
Ortega Martínez por lo menos aseguró la vida del PRD hasta 2026 y Nora Arias en la CDMX hasta 2027. Por eso la mano larga de Zambrano se metió a generar ruido en ambos partidos.
Los Chuchos fueron quienes impulsaron un canibalismo político al interior del PRD durante varios lustros. Esa es su naturaleza. Ahora, desde afuera y con el manejo de personajes resentidos van en la búsqueda de un espacio y corra el riesgo de destrucción en el mediano plazo. Esa es la política de Zambrano.
A Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, lo mueve una ambición desmedida por el poder y el control del poco perredismo activo sobreviviente al aplastamiento por parte de Morena y a los intereses personales de Zambrano.
El último dirigente nacional y sepulturero se encargó de desfigurar la ideología del perredismo. La alianza lo doblegó. Y los partidos locales lucharon, pese a Zambrano y al partido en el poder.
Ahora, el exdirigente llega a querer infiltrarse a los partidos que resistieron porque tiene sed de poder. Los ataques no los hace frontales, sino a trasmano para después simular la paz entre los perredistas y colgarse la medalla de líder moral.