El salinismo ronda a la CNDH
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Con habilidad camaleónica, Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de Mexico, maneja su curriculum académico y de trabajo en derechos humanos. Sin embargo, sus cartas credenciales, las maneja de manera sesgada y facciosa. Debajo de esa máscara de luchadora en pro de la defensoría, su carrera tiene bases políticas cimentadas en el salinismo.
Justo ahora que busca ser el Plan B de una facción de morenista, en el Senado, para ocupar la presidencia de la CNDH, salen a relucir sus andanzas políticas en el círculo cercano a Carlos Salinas de Gortari.
La presidenta de la comisión de derechos humanos de la Ciudad de México, tiene pocas posibilidades de ser la opción B de Morena en caso de que Rosario Piedra no avance en sus aspiraciones reeleccionistas. Debido a que, en su momento, el expresidente Andrés Manuel López Obrador calificó a Carlos Salinas de Gortari, como el “padre de la desigualdad moderna”. Con esa etiqueta se le cierra, en automático, el camino a Nashieli Ramírez.
Con esa línea, la bancada capitaneada por el senador Adán Augusto López, debe analizar que la trayectoria de Nashieli Ramírez es la que representa el pasado neoliberal por el cual Morena se encargó de acabar como un modelo de gobierno en el que el poder económico concentrado en un puñado mangonea las decisiones de gobierno y la política social. La actual ombudsman de la Ciudad de México es hechura política de un salinista de hueso colorado: Marco Antonio Bernal Gutiérrez.
Desde los inicios de Bernal en los Comités de Planeación para el Desarrollo (COPLADE) en la extinta Secretaría de Programación y Presupuesto a cargo de Carlos Salinas, Nashieli Ramírez comenzó sus conexiones y su trabajo social. Ella entró a ese círculo político en el que se trazaba un proyecto ambicioso como era la presidencia de 1988.
A la hora de los movimientos en el PRI y en la estructura gubernamental de Miguel de la Madrid para perfilar al candidato, presidencial, Marco Antonio Bernal continúa en el grupo, pero encontró en la oficialía mayor de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología espacio de acción económica y política. A esa posición también lo acompañó Nashieli Ramírez, bajo las órdenes de otro priista de esa época: Patricio Chirinos Calero. Que a la postre fue gobernador de Veracruz.
Con Carlos Salinas en el apogeo del poder, Marco Bernal trabajaba para Manuel Camacho Solís y el equipo siguió. De la mano de ellos Nashieli comenzó a tejer una serie de contactos y vinculación con organizaciones sociales, las cuales la utilizó de trampolín para sus proyectos futuros. Primero la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México y ahora la CNDH.
Ella llegó hasta el instituto de la solidaridad en el sexenio de Ernesto Zedillo. La vinculación de lo social y lo político lo manejó con pericia para mantenerse en el mismo grupo. Ahora, todo ese capital político lo quiere usar a su favor. Sin embargo, el voto del PRI en el senado no lo tiene amarrado ni seguro, en la bancada no hay salinistas y con Morena ese pasado neoliberal no pasa.