Saltillo, Coahuila / 23 Mayo 2018
Por: Hugo Díaz
Hoy es un día de esos que suelen anunciarse como muy importantes para la sociedad mexicana, el día del estudiante, y suele festejarse con un conjunto de actividades en las que el protagonista principal es el (la) joven que acude a la escuela; todas las actividades casi de corte extraescolar.
Es por ello que el joven vive un auténtico carnaval cuando esta fecha se acerca, a sabiendas de que las horas clase que forman parte del programa de estudio se verán sustituidas por las actividades de “su día”, festividades en las que si bien es cierto no participan todos los estudiantes, siendo la mayoría del salón, la clase se pospone.
Aunque si bien es cierto son variados los eventos que con motivo de esta fecha se realizan desde el seno escolar hay otras que simplemente han sido desplazadas como la coronación del ‘rey feo’ y los tan afamados desfiles chuscos como los que organizaba la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y los estudiantes de la escuela de minería de Nueva Rosita, en la que externaban toda la energía que les asistía disfrazándose de cualquier cosa que les permitiera reír y gozar a más no poder.
En nuestra entidad, la población estudiantil engloba a 386 544 jóvenes en edades de los 12 a los 22 años, de los cuales el 48.66 % son mujeres y el resto hombres, de acuerdo con la estadística del sistema educativo Coahuila ciclo escolar 2016-2017 de la Secretaría de Educación Pública.
De acuerdo con el sicólogo de origen estadounidense Abraham H. Maslow en su trabajo titulado “Jerarquía de necesidades de Maslow” (Maslow, 1954) para que el ser humano pueda llegar a convertirse en todo aquello que es capaz de ser, es decir autorealizarse tiene que ver atendidas primero un conjunto de necesidades denominadas de primer orden. Dicho en otras palabras, temer de lo desconocido recibir y dar amor, sentirse aceptado, tener respeto por los demás y sentir respeto por sí mismo, regular la curiosidad por mencionar algunas. En la carrera por formar mejores ciudadanos sabemos que la formación del joven comienza en casa y se complementa en la escuela.
Con jefes de familia que están concentrados en cómo resolver los problemas económicos básicos de la casa, con horarios de trabajo de sol a grillo, con deseos de cuando están en casa descansar y dormir o en su defecto distraerse un poco en las redes sociales, una pregunta resalta con carácter de imperativa: ¿Quién vigila que se satisfagan las necesidades de primer orden de los futuros ciudadanos? Y más aún, ¿quién las satisface?
¿Listos para festejar?