Julián Parra Ibarra
Dentro del primer trimestre del autoproclamado gobierno de la Cuarta Transformación, Clara Torres, entonces directora del programa de las Estancias Infantiles del país, presentó su renuncia al estar en desacuerdo con el recorte presupuestal al programa, y la determinación de entregar a los padres de familia el apoyo económico destinado a la atención de los niños, hijos de madres trabajadoras.
Por el bajo perfil de la funcionaria y por el nivel del puesto que ocupaba, su dimisión pasó desapercibida para muchos, y su salida del equipo del naciente gobierno federal no provocó mayores sobresaltos.
Sin embargo, poco antes de que se cumpliera el primer semestre de la administración lopezobradorista, el primer ‘sismo’ se registró cuando se fue de la dirección general del IMSS el ex dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, quizá no por la forma, sino por el fondo detrás de la kilométrica carta que envió al Presidente, en la que destacó ‘la injerencia’ de Hacienda en la operación del Instituto y su intencionalidad de modificar el reglamento de la dependencia para nombrar delegados administrativos para sustituir a los designados por el Consejo del IMSS.
Apenas unos días después -el 21 de mayo la primera y el 25 del mismo mes la segunda-, vino la renuncia de Josefina González Blanco a la secretaría del Medio Ambiente, quien previamente ya había externado su intencionalidad de irse, y que encontró la ‘coartada perfecta’ para hacerlo, la provocación del retraso de un vuelo comercial de la línea Aeroméxico. Igual por su bajo perfil nadie la echó de menos cuando salió y cerró la puerta por fuera.
Pero de las anteriores, a la presentada este martes por Carlos Urzúa y por supuesto también por el contenido de la carta enviada al Presidente en la que le arguyó que le resultaba “(..) inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de intereses”, esto ya es ‘otra cosa’, como diría la Nana Goya.
Urzúa hasta el día de ayer era quizá el secretario de mayor peso en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador –Marcelo Ebrard por la coyuntura puede ser el más mediático en este momento-. Y el mensaje que dejó tras de sí es que sabrá Dios dónde, pero las decisiones de la economía mexicana no se toman en Hacienda, y que hay un patente conflicto de intereses.
Su lugar lo toma Arturo Herrera, el subsecretario a quien en dos ocasiones el Presidente le desmintió en sus declaraciones sobre los temas de la refinería de Dos Bocas, y después por el asunto de la intencionalidad de revivir el cobro de la tenencia vehicular. Todo esto se da antes de que se cumpla el primer año de la administración.
¿Usted recuerda en cualquier administración la renuncia del secretario de Hacienda en un periodo tan corto?
@JulianParraIba