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14 de octubre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • octubre 14, 2025

La trampa del miedo y la ilusión del control

Emiliano Calvert

A todos nos ha pasado: te dan un bono inesperado, te emociona dos días y se te olvida. Pero si te lo quitan… ¡te arde la quincena completa!

Eso tiene nombre: aversión a la pérdida. Es ese sesgo mental que hace que el dolor de perder sea casi el doble de intenso que la alegría de ganar. Lo descubrieron Kahneman y Tversky, pero lo vivimos todos los días entre el Excel y la vida real.

En la oficina: el síndrome del “mejor no le muevo”

La aversión a la pérdida explica por qué muchos preferimos quedarnos en un trabajo que no nos llena, antes que arriesgarnos a buscar algo mejor.

Porque claro, ¿y si no me va igual? ¿y si pierdo lo poco que tengo?

También explica por qué duele más perder una prestación que casi no usabas, que ganar una nueva que sí te sirve. O por qué cuando el jefe anuncia que “no habrá bono este año”, lo sientes como si te hubieran quitado un pedazo del alma, aunque nunca te lo hubieran prometido.

Ahí entra otro enemigo: la estrechez de vista. Esa costumbre de mirar solo lo inmediato y no el panorama completo. Nos aferramos al presente por miedo a perder el control del futuro. Nos da más miedo lo que podríamos perder mañana que lo que estamos dejando de ganar hoy.

En lo emocional: el costo de aferrarte

Fuera de la nómina, hacemos lo mismo. Nos quedamos en relaciones, amistades o rutinas que ya no suman, solo por miedo a perder lo conocido.

Y para rematar, aparece el sesgo de confirmación: esa voz interna que solo busca pruebas para tener la razón. “Seguro es una etapa”, “ya cambiará”, “nomás es el estrés del trabajo”. No, compa. A veces no es una etapa, es la señal de salida que no quieres ver.

Cómo soltar sin sentir que pierdes

  1. Reencuadra: no estás perdiendo, estás haciendo espacio.
  2. Piensa a largo plazo: la estrechez de vista se cura con perspectiva.
  3. Busca lo incómodo: el sesgo de confirmación se vence escuchando lo que no quieres oír.
  4. Normaliza perder: soltar también es una forma de avanzar.

En fin…

La aversión a la pérdida nos frena, la estrechez de vista nos encierra y el sesgo de confirmación nos justifica. Pero al final, la vida no premia al que nunca pierde, sino al que se atreve a moverse aunque duela.

Así que si esta semana pierdes algo dinero, orgullo o una “seguridad” que ya no era tal, respira. A veces perder es solo la manera que tiene la vida de despejarte el camino.

Porque sí, perder duele… pero quedarse igual, cuesta el doble.