Con-ciencia y sin corbata

El síndrome del portero goleador
Emiliano Calvert
En el futbol hay escenas que emocionan a cualquiera: minuto 93, el equipo perdiendo y de repente… ¡el portero corre hasta el área rival a rematar un córner! A veces funciona y se vuelve leyenda (hola, Jorge Campos); otras veces es puro show para la afición y deja la portería vacía.
En la oficina pasa algo parecido. Todos queremos ser héroes, todos queremos meter el gol. Y en esa carrera por demostrar que “yo puedo con todo”, terminamos siendo porteros goleadores: dejamos descuidada la chamba principal con tal de aparecer en la foto.
Un equipo de alto desempeño no se construye con once mesías. Se construye con roles claros, confianza en que el de al lado hará su trabajo, y humildad para aceptar que no siempre te toca brillar. Porque si el portero anda subiendo a cada córner, lo más probable es que lo agarren mal parado y nos claven el 2-0.
Lo mismo en la empresa: si el de ventas quiere ser también de finanzas, si el de operaciones quiere jugar a director de marketing y si el gerente quiere ser influencer de LinkedIn, ¿quién se encarga de que la portería quede bien defendida?
Un verdadero equipo de alto rendimiento no busca héroes improvisados, busca especialistas comprometidos. Sí, habrá momentos de emergencia donde todos metamos las manos, pero el éxito está en que cada quien sepa cuál es su zona y que el grupo confíe en ese orden.
Simon Sinek insiste en que los grandes equipos no se construyen con “superestrellas” que jalan cada quien, para su lado, sino con gente que confía lo suficiente en el de al lado como para enfocarse en su propia chamba. Patrick Lencioni, en Las 5 disfunciones de un equipo, lo resume igual: la ausencia de confianza y claridad de roles mata a cualquier organización, por más talento que haya en la cancha.
Si volteamos al futbol, los ejemplos sobran. ¿Qué hubiera sido del Barcelona de Guardiola si Puyol hubiera querido meter goles en lugar de romperse el alma defendiendo? ¿O del Chicago Bulls de Jordan sin un Scottie Pippen aceptando que su rol era diferente, pero igual de vital? Los campeonatos los ganan los equipos que entienden que la gloria compartida vale más que la selfie individual.
La experiencia también lo confirma: en las empresas, cuando alguien quiere jugar de todólogo, se desgasta, confunde al resto y al final no mete ni los goles que soñaba ni ataja los tiros que le tocaban. Y mientras tanto, el marcador en contra sigue avanzando.
Así que la próxima vez que te den ganas de “rematar un córner” que no te toca, piensa si lo haces por el bien del equipo o por figurar en la selfie de la victoria. Porque entre ser héroe de un highlight en YouTube o pieza clave en un campeonato, la diferencia está en entender que hasta en el futbol… el que tapa, tapa; y el que anota, anota.