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6 de junio de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • junio 6, 2025

Liderar es surfear: equilibrio, timing y un poco de suerte

Emiliano Calvert

Un buen surfista no solo es hábil, también es consciente de su contexto: el clima, la corriente, la fuerza de la ola, y su propio miedo. Un buen líder también.

Hoy en día liderar no es gritar órdenes desde la arena. Es meterte al agua con el equipo, con la junta de última hora, con el Excel que no cuadra y con el proveedor que canceló el pedido justo cuando ya tenías al cliente esperando.

Y como en el surf: no siempre se gana por experiencia. A veces se gana por adaptación.

¿No te ha pasado que el practicante propuso una solución mejor que la del gerente con dos diplomados? Claro que sí. Porque la complejidad no respeta jerarquías, respeta agilidad.

 

¿Cómo se ve el líder surfista en la vida godín?

  1. Llega temprano, pero no para controlar, sino para escuchar.
    Empieza el día sabiendo cómo viene la marea. ¿Hay buen ánimo en el equipo? ¿Ya se cayó el sistema?
  2. No es adicto al PowerPoint, pero sí al contexto.
    Tiene claro que los planes estratégicos son como los pronósticos del clima: útiles, pero la mayoría de las veces cambian.
  3. No se infla con el éxito, ni se hunde con el caos.
    Si algo sale bien, agradece. Si algo sale mal, se hace cargo. Así, sin culpas ni discursos.
  4. No necesita ser el más listo, solo el más abierto.
    Porque liderar es más sobre crear condiciones para que otros brillen, que sobre ser la estrella.

 

¿Qué pasa cuando el mar está picado?

La vida misma nos recuerda que el liderazgo hoy es más emocional que estructural. Y no estamos hablando de andar llorando en cada feedback (aunque si se te sale una, también está bien). Hablamos de:

  • Entender que no todos están en su mejor día.
  • Aceptar que la incertidumbre genera ansiedad, y sí: también en ti.
  • Comunicar sin manual corporativo, y con más “cómo estás” reales.

En palabras de Nassim Taleb, autor de Antifrágil, hay sistemas que se rompen con el caos, otros que resisten… y otros que se fortalecen. El buen liderazgo no solo “aguanta vara”, crece con ella.

 

Reflexión final: ¿Y tú, qué tipo de ola eres?

Porque también está la otra cara de la historia: los que no surfean… sino que son la ola que arrasa.
El jefe que llega y baja el clima laboral tres grados.
El que se pone nervioso en el primer cambio y lo resuelve con más juntas y menos soluciones.
El que le tiene más miedo al error que al estancamiento.

Y no, nadie quiere ser esa ola.

Así que la próxima vez que el caos te salpique, no preguntes si es justo o si te tocaba.
Pregúntate:

¿Estoy arriba de la ola o ya me revolcó el ego?

Porque el liderazgo de hoy no se mide por aplausos, ni por post en LinkedIn…
Se mide por cómo navegas el caos sin perder el sentido (ni al equipo en el intento).