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9 de diciembre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • diciembre 8, 2025

Azul

Emiliano Calvert

Hay derrotas que no pesan por el marcador, sino por el déjà vu que te provocan.

Cruz Azul volvió a perder un partido que parecía controlado… y todos, absolutamente todos, sentimos ese microsegundo de déjà vu donde escuchas una  pequeña voz interna diciendo:

“Ah, está película ya la vi”

Y es que La Máquina tiene esa habilidad casi artística de enseñarnos cómo funciona la vida real: puedes hacer todo bien, dominar el terreno, tener la pelota, el ritmo, la intención… y aun así, perder porque aflojaste un segundo.

La derrota de ayer no fue un fracaso futbolístico; fue una metáfora en todos sus sentidos.

Cruz Azul jugó como cuando tú por fin te sientes bien:

con orden, con intención, con ritmo, con estructura…

pero un pequeño descuido (uno solo) te mueve toda la jugada.

Un mal mensaje.

Una mala decisión.

Una pausa que diste cuando más necesitabas seguir empujando.

Y ahí te cae el gol.

Porque la vida, igual que el rival, no necesita dominarte para pegarte.

Solo necesita que tú desconectes un instante.

Y lo más bonito de todo (sí, bonito, aunque ayer gritaste groserías):

Cruz Azul perdió jugando mejor.

Perdió intentando, no escondiéndose.

Perdió con identidad, no con vergüenza.

Y eso, en un mundo lleno de gente que prefiere no arriesgar para no fallar… (saludos a esos pusilánimes)

ya es una victoria moral que no aparece en la tabla, pero sí en tu carácter.

Ayer Cruz Azul nos recordó que:

  • Puedes estar haciendo las cosas bien, y aun así te va a tocar perder.
  • Perder no te define; rendirte sí.
  • A veces la derrota es solo una pausa dramática antes del siguiente capítulo.
  • El gol en contra es un empujón para corregir, no para renunciar.

Porque si algo tiene Cruz Azul y lo que representa su afición es que sabe levantarse incluso cuando el mundo espera que vuelva a caerse.

Y sí, algunos dirán que es “cruzazulear”, pero la verdad es más profunda:

Resiliencia en temida su expresión.

Así que mañana, cuando te despiertes medio molesto por el marcador, recuérdalo:

La Máquina no perdió la esencia; perdió un partido.

Y tú tampoco estás perdiendo tu historia; solo estás ajustando tus planes.