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21 de noviembre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • noviembre 21, 2025

Bomberos 

Por Emiliano Calvert

Hay una constante rara en el mundo laboral actual:

todos estamos agotados, pero pocos saben explicar por qué.

Y cuando rascas tantito la superficie, te encuentras con la misma escena en todas partes:

equipos completos viviendo en “modo emergencia”, corriendo de un pendiente urgente al otro, como si el trabajo fuera un videojuego que nunca se acaba.

Correos que “necesitan respuesta ahorita”.

Llamadas de último minuto.

Mensajes que empiezan con “¿tienes un minuto?”.

Pendientes que llegan con esa vibra de incendio, pero luego descubres que ni humo tenían.

Y aun así, ahí vamos: apagando fuegos imaginarios.

La verdad es que nuestra generación confundió actividad con avance.

Sentirnos ocupados ya se volvió una caricia al ego.

Nos encanta decir “ando en friega”, aunque a veces ni sepamos exactamente qué estamos haciendo.

La urgencia tiene esta cosa rara:

parece productividad, pero es pura ansiedad con buen marketing.

El trabajo que importa, pero nunca entra en la agenda

Si lo piensas bien, la mayor parte de lo urgente existe porque lo importante se ignoró.

Los dos tipos de trabajo que existen en cualquier empresa son:

1.El que grita.

2.El que sostiene.

Y siempre gana el primero.

El trabajo que sostiene (el que te ahorra problemas, el que ordena, el que clarifica, el que previene) es justo el que más se patea para después porque “no urge”.

Y como no urge, lo dejamos morir… hasta que explota.

Procesos improvisados, comunicación a medias, roles que nadie entiende, documentos que nadie revisó, decisiones tomadas “al ahí se va”…

Eso es gasolina tirada.

Y un día prende.

Pero como el incendio no se ve hasta el final, nos creemos héroes porque lo apagamos… cuando en realidad fuimos quienes dejamos la estufa prendida.

Cultura de bomberos 

Cuando una empresa vive en urgencias eternas, se vuelve una cultura medio absurda:

– La gente más quemada es la más aplaudida.

– Los líderes solo resuelven, nunca construyen.

– Los equipos trabajan para ayer.

– La estrategia se guarda para “cuando haya tiempo”.

– Y el caos diario se normaliza como si fuera parte del paquete de prestaciones .

Luego nos preguntamos por qué la gente está cansada, irritada o desmotivada.

No es burnout, es trabajar a punta de sorpresas.

La solución es tan sencilla… que a nadie le gusta

¿La salida?

Orden.

Pero no el orden acartonado, sino el básico: claridad, procesos, prioridades reales.

Eso que suena a flojera, a “mañana lo hago”, a “no es tan importante”.

Eso que nadie presume en LinkedIn.

Eso que no da adrenalina.

Pero justo eso es lo que te regresa aire, cabeza y tiempo.

Es lo que convierte empresas reactivas en empresas inteligentes.

Es lo que hace que el camino se camine… en vez de correr apagando lo que se pudo evitar.

Lo urgente emociona. Lo importante sostiene.

Al final, todos vamos a tener días pesados. Eso es normal.

El problema es vivir ahí.

La meta no es ser el bombero del mes.

La meta es dejar de jugarle al héroe y empezar a trabajar como alguien que no quiere incendios cada lunes.

Porque lo urgente genera adrenalina , sí.

Pero lo importante es lo que deja algo de pie.