Clave de fa | El caos en Sudán

Por Israel Navarro

No todo es Europa, Rusia, China, Estados Unidos y Latinoamérica. Como si el mundo no tuviera suficiente con los conflictos políticos, también hay baile en África, para ser más específicos en Sudán. Sudán es uno de los países más pobres del mundo. Para ponerlo en contexto, si en Haití, el país más pobre del continente americano, el ingreso anual per cápita es de $1,250 dólares, en Sudán es de $650.

Y como muchos de los países africanos, también ha sido víctima de dictaduras y golpes de estado, inclusive en su historia reciente. Se las platico en corto: por allá de 1989, hubo un golpe de estado orquestado por un coronel sudanés llamado Omar Al-Bashir. Este angelito se incrustó en el poder por 30 años, hasta el 2019, año en el que fue derrocado por los militares, los cuales instalaron una junta cívico-militar con la promesa de hacer una transición democrática.

Sin embargo, eso no ocurrió porque uno de los generales llamado Abdel Al-Burhan, al mero estilo de Game of Thrones, decidió hacerse del poder en el 2021; pero como no podía lograrlo solo se alió con otro angelito llamado Mohamed Dagalo, que es el jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido, un grupo paramilitar, léase mercenarios, al servicio del gobierno sudanés. Este grupo es crucial en el conflicto, porque además de Sudán, operan en otros países vecinos, han sido acusados de genocidio y violación de derechos humanos, y controlan las minas de oro y cobalto en la región.

Burhan como presidente de facto y Dagalo como segundo de abordo han llevado el mando del país desde el 2021, pero la tensión entre ellos ha crecido, obviamente, por tener más poder. Los que eran aliados, ahora quieren demostrar quién puede más, aunque eso implique bajas civiles. Hasta el momento van 185 muertos, además de la imposibilidad de salir o entrar al país.

Y aquí cada uno tiene su lado de la historia. Dagalo ha dicho que el golpe de estado de 2021 fue un error y ha intentado presentarse a sí mismo y a las Fuerzas de Apoyo Rápido como aliados del pueblo y en contra de las élites. Mientras que el General Burhan ha dicho que el ejército solo entregará completamente el poder a un gobierno elegido democráticamente.

Pero la realidad es que hay sospechas de que ambos militares, y sus seguidores, están más preocupados por lo que podría pasar con su riqueza e influencia si entregan el poder o se someten al mando civil. Además de que hay un historial documentado del uso brutal de la fuerza. Por lo que, el pueblo sudanés no tiene grandes esperanzas en que haya una transición pacífica. Esta es otra lamentable historia más de cómo las armas están al servicio del poder y no para proteger a los pueblos.

*Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael