¡Listos para las Posadas!
Por: José Inocencio Aguirre Willars
¡Hola! Muy buenos días, tardes o noches, dependiendo la hora en que me lean.
Estamos ya prácticamente a mediados de diciembre, y estas fechas en México no pueden faltar las tradicionales posadas. Hoy en día, lo que conocemos por posada termina siendo una reunión entre amigos o familiares en donde lo que reina es prácticamente la convivencia, una cena entre gente que queremos, en algunos casos algún intercambio de regalos y por supuesto el brindis. Pero el origen y el sentido de las posadas difiere mucho de lo que hacemos actualmente, hoy trataremos de recordar y volver al origen de esta bonita tradición decembrina.
Estas festividades, que se celebran tradicionalmente del 16 al 24 de diciembre, tienen sus raíces en una mezcla de celebraciones indígenas y prácticas religiosas introducidas por los españoles durante la colonización.
El origen de las posadas se remonta al siglo XVI, cuando los frailes agustinos, franciscanos y dominicos usaron estas celebraciones como una herramienta para evangelizar a los pueblos indígenas. Aprovechando las fechas cercanas a las festividades aztecas dedicadas al dios Huitzilopochtli, los frailes introdujeron las posadas para representar la búsqueda de refugio de José y María camino a Belén. Durante las posadas, se recrean los momentos previos al nacimiento de Jesús, donde los participantes, divididos en dos grupos, escenifican el peregrinaje: uno pide posada y el otro ofrece el alojamiento simbólico.
Originalmente, las posadas se realizaban dentro de las iglesias, pero con el tiempo, la tradición se trasladó a las calles y hogares mexicanos, ganando un carácter más comunitario y festivo. Cada noche, las familias y vecinos se reúnen, sosteniendo velas y entonando villancicos mientras recrean la procesión. Una vez que se concede “posada”, comienza la celebración con música, comida típica, y la tradicional ruptura de la piñata.
Las piñatas de las posadas son particularmente significativas. Originalmente, estas tenían forma de estrella y representaban los siete pecados capitales. Al romperlas, se simboliza la victoria del bien sobre el mal, mientras los dulces que caen representan las bendiciones entregadas a los participantes.
Estas celebraciones han servido para mantener viva la conexión con las raíces religiosas y culturales del país, así como para fortalecer los lazos familiares y vecinales.
El impacto de las posadas hoy va más allá del ámbito religioso. Funcionan como un espacio de convivencia y celebración entre generaciones y culturas, un espacio para agradecer lo vivido en el año con las personas que significan algo importante para nosotros y para festejar que seguimos juntos.
Sin embargo, es importante recordar el origen y la razón de la existencia de nuestras hoy muy queridas posadas y, por qué no, darle un espacio a lo que dio vida a esta bonita tradición que hoy todos festejamos.
Saludos a todas y a todos y por aquí nos vemos la próxima semana.