Julián Parra Ibarra
Durante años, el Gobierno de México se convirtió en el dueño y centro de una serie de empresas que los gobernantes de su momento consideraron estratégicas y por ello consideraban que debían estar en manos del Estado. Por mencionar algunas, los Ferrocarriles Nacionales de México, Altos Hornos de México, Teléfonos de México, y obviamente Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, y hasta en un momento dado se nacionalizó la banca.
Está más que probado que el gobierno es un pésimo administrador de cualquier tipo de empresas, muchas de las cuales solo han servido para que políticos corruptos de todos los colores, siglas y partidos, los de antes y los actuales –que no son como los de antes, pero como diría Silvio Rodríguez, que no es lo mismo, pero es igual-, haya cometido millonarios fraudes, la mayoría de los cuales han quedado impunes.
Al país, a los mexicanos, a usted y a mí, cuando el gobierno fue tomando la decisión de ir aligerando la carga, nos ha costado muchos, muchísimos millones de pesos, porque aún en su desincorporación, en su venta, se consumaron fraudes millonarios, porque en la mayoría de los casos fueron a dar a las manos de los amigos de los gobernantes en turno –algunos de ellos sus prestanombres-, y fueron vendidas en cantidades de risa.
Salvo los casos de CFE y Pemex que siguen bajo la rectoría del Estado, la mayoría de esas empresas fueron desincorporadas del sector público y pasaron a manos de la iniciativa privada; pero en esta administración, volvió la fiebre del gobierno de convertirse otra vez en empresarios aunque –como muestra el botón de Segalmex-, a través de las nuevas empresas del estado se empiecen a gestar nuevamente fraudes y naciendo nuevos ricos millonarios.
Han sido las Fuerzas Armadas, el Ejército y la Marina, a los que se les han venido asignando las nuevas empresas del estado mexicano, el Aeropuerto Felipe Ángeles, el todavía inconcluso Tren Maya, ya se anunció la nueva empresa aérea Mexicana de Aviación, y ahora se le ha comprado a la española Iberdrola el 80 por ciento de sus plantas generadoras de energía en México y, bueno, hasta una refinería se compró en Estados Unidos, aunque hasta el momento ninguna ha generado un centavo de utilidad a las finanzas públicas.
Estamos viviendo en este como en otros aspectos, una regresión que al cabo va a terminar por costarnos, otra vez, una millonada a los mexicanos, porque el gobierno es un pésimo administrador, de este y de todas las siglas y colores, y con el tiempo, se va a volver a vivir una nueva oleada de ventas de las empresas del estado, que van a ir a parar a precios de risa, a manos de los amigos no sé si de los actuales gobernantes, o de los que les sucedan en el poder. Si no, al tiempo.
@JulianParraIba