Chiste de muy mal gusto
Julián Parra Ibarra
Para el (todavía) presidente de México, gobernar no tiene ciencia, no tiene chiste, aunque en realidad su gobierno terminó por convertirse en un chiste, malo, muy malo, de muy mal gusto pero un chiste al fin, y él mismo lo ratificó este martes, ante los cuestionamientos de la combativa periodista Reyna Haydee y aceptó que su dicho de que México ya tenía un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, había sido un ‘plan con maña’ porque sabía que eso haría enojar a sus ‘adversarios’ y además con eso ‘daba nota’ a los medios de comunicación.
Es decir, él sabe de antemano que lo que dijo no es cierto, pero este ha sido la forma de gobernar en esta administración, ha sido el gobierno de las ocurrencias y de las mentiras, y con ese ejemplo, deja sembrada la duda de todo lo que informó qué tanto es verdad y qué tanto es mentira. Cuando habla en serio y cuándo se está burlando de México y los mexicanos.
Cómo creerle cuando habla de las cifras de la salud, de la pobreza de la educación, del combate a la corrupción, área esta última en la que solamente reconoce el tema de ‘Segalmex’ y eso porque ya no le quedó otra por la contundencia de las pruebas, pero dice que es ‘el único’ caso, aunque en monto casi triplique lo de la ‘Estafa maestra’ de Peña Nieto, que llevó a la cárcel a Rosario Robles; y en el caso de Ignacio Ovalle, López Obrador lo ‘cobijó’, lo protegió al guardarlo en la Secretaría de Gobernación para alejarlo del ‘bullicio y la falsa sociedad’ y evitar que vaya a la cárcel.
Y sobre el final del sexenio ya se quitaron las máscaras, López Obrador haciendo una verdadera chunga del sexto informe, y su secretaria de gobernación convertida en una vulgar porrista en el acto solemne de la entrega del documento en la Cámara de Diputados.
Y los ‘distinguidos’ personajes cuatroteros, dejando salir el dictadorcillo que llevan dentro: Monreal pidiendo juicio político en contra de los jueces que ampararon para evitar la discusión y el trámite ante los estados, de la reforma al Poder Judicial. Y Martí Batres presentando una iniciativa que abre totalmente las posibilidades de que el estado pueda expropiar ‘por razón de utilidad pública’ cualquier propiedad; que puede ser la suya, la mía, el patrimonio de toda la vida de muchos mexicanos. Y la ministra Olga Sánchez Cordero, una vez defensora de la Suprema Corte de Justicia, hoy convenientemente se enferma cuando se le va a asestar el ‘puntillazo’ al poder judicial.
Este es el chiste de gobernar según la ‘cuatroté’, un pésimo chiste, de muy mal gusto. No bastaron seis años de padecerlos, sino que ahora nos dicen que viene ‘el segundo piso’.
X= @JulianParraIba