El día de ayer el papa Francisco condenó las agresiones sexuales cometidas por sacerdotes y su encubrimiento, y pidió rendir cuentas al decir en una carta dirigida a todos los católicos del mundo que se trata de “un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia”.
El dirigente de la iglesia católica reconoció con “con vergüenza y arrepentimiento”, que la Iglesia fracasó en prevenir los abusos sexuales contra menores, ni actuó a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se causó “a tantas vidas”.
Además, el Papa Francisco desea que los culpables por los abusos sexuales contra menores dentro de la Iglesia rindan cuentas, no sólo quienes cometieron los crímenes sino también quienes los encubrieron, aunque sean obispos.
Aún no se tiene claro a qué clase de penalizaciones se enfrentarían los sacerdotes y clérigos implicados en los casos de pederastia, sin embargo algunos han empezado a hablar sobre una posible excomunión.
La excomunión es un dispositivo punitivo de la iglesia y va más allá de simplemente la restricción al acceso a poder recibir el sacramento de la comunión.
Como especifica el Código de Derecho Canónico, también se reprende públicamente a una persona “que provoca con su conducta escándalo o grave perturbación del orden”, como señala el Canon 1339 en el párrafo 2.
Las causas que producen la excomunión automática o “latae sententiae” se describen en los cánones del derecho canónico que se citan y son:
Un ejemplo contemporáneo de una excomunión se produjo en 2010 cuando la hermana Margaret McBride autorizó un aborto en el hospital católico de Phoenix. La monja se reconcilió más tarde con la Iglesia y se le levantó la pena.
Aún no se conocen públicamente casos de clérigos o sacerdotes que hayan sido excomulgados por abuso sexual contra menores. ¿Será el destape de esta investigación el primer caso?
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