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18 de noviembre de 2025
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Uno debe ser ministro de la esperanza, de la fe y la caridad fraterna: Obispo Villalobos

Uno debe ser ministro de la esperanza, de la fe y la caridad fraterna: Obispo Villalobos
  • febrero 1, 2022

Monseñor Francisco Villalobos cumple hoy 101 años y se convierte en el Obispo más longevo de México y de América Latina

LESLIE DELGADO 

El obispo emérito de Saltillo, Monseñor Francisco Villalobos cumple hoy 101 años de vida y actualmente ostenta ser el obispo más longevo de México y de América Latina; nacido en Guadalajara, Jalisco y siendo el séptimo hijo de 13, el presbítero se enfrentó a un México convulsionado por la guerra cristera y la persecución religiosa.

“No se aceptaba que existieran seminarios, estábamos a escondidas, con mucho cuidado nos reuníamos, estábamos pendientes de que no se sospechara que estudiábamos para el seminario, nos ocultamos por cuatro años. Lo aceptábamos como una necesidad, salíamos con nuestro propósito y las lecciones congruentes con la formación del seminario, vivíamos en ese ambiente de resistencia y prejuicio contra la Iglesia, los mismos textos de la Constitución desconocían y rechazaban la realidad de resistencia como una institución social de la Iglesia, las casas religiosas habían sido sustraídas por el gobierno”, relató en un video especial por sus 50 años de episcopado.

Ingresó al seminario sin haber cumplido los 18 años, en tiempos de la persecución religiosa que se vivía en el país; sobresaliente en estudios, posteriormente fue enviado a estudiar a Roma y el 14 de abril de 1946, en Guadalajara, recibió la tonsura, el 18 del mismo mes las Órdenes Menores de ostiario y lectorado, y el 20 el Acolitado y el Exorcistado.

Luego, en Roma, Italia, recibió el Subdiaconado el 27 de marzo de 1948 y el 18 de diciembre de 1948 recibió el Diaconado, siendo finalmente ordenado presbítero por el Papa Pío XII el 2 de abril de 1949.

Foto: Leslie Delgado

Respecto a su vida familiar, el obispo emérito recuerda con nostalgia a sus 13 hermanos y sus padres quienes siempre les inculcaron la devoción a la Virgen de Guadalupe y el Sagrado Corazón, incluso tres de sus hermanos se dedicaron junto con él a la vida religiosa y de servicio a Dios. 

“Es Francisco de Padua a quien mi madre estimaba mucho y se encomendaba mucho siempre y este santo fue reconocido como amparo y protección de las madres de familia, entonces mi mamá era muy devota cuando se trató de mi nombre ella lo dijo expresamente ‘que por su devoción quería que yo me llamara Francisco’”, comentó.

“En total mi mamá tuvo 13 hijos, pero cuatro murieron pequeños y no los conocimos, sobrevivimos nueve, la mayor era María Dolores, uno de mis hermanos fue marista y otro jesuita”, continuó Villalobos Padilla. 

Precisamente al celebrar su centenario, expresó ante la feligresía y la comunidad diocesana la alegría de poder llegar a esta edad y pese a las limitaciones físicas propias de su longevidad puede de vez en cuando seguir encabezando celebraciones eucarísticas advirtiendo que “hasta el último día de su vida celebrará misa”.

“Dios me ha permitido obrar con su gracia, he logrado perseverar, él me ha dado vida y capacidad de expresarme con toda libertad y yo agradezco al Señor todos estos beneficios. Dios me ha permitido llegar a hasta este momento con bastante conciencia, advertencia de lo que he tenido que actuar a lo largo de mi vida”, externó.

Foto: Leslie Delgado

 

Su llegada a Saltillo

La feligresía saltillense se ha caracterizado por tener una cercanía estrecha con el prelado local, esto le sorprendió al obispo emérito, sin embargo, conforme fue conociendo la Diócesis fue adaptando su labor pastoral a las necesidades de una ciudad que se encontraba en desarrollo.

Siendo rector del seminario le sorprendió su nombramiento como obispo auxiliar de Saltillo, él mismo relata entre sus memorias, que no le animaba mucho aceptar la nueva encomienda, sin embargo, el cardenal José Salazar lo motivó a hacerlo. Fue el 3 de agosto de 1971 cuando Villalobos Padilla fue consagrado como obispo de Saltillo por la oración consagratoria del entonces Obispo, Luis Guízar Barragán en la Catedral de Santiago.

“Cuando le dan a uno el nombramiento, le dan a entender que en el tiempo de aceptación es cuando conceden que se publique la noticia para que no haya devoción indiscreta, sin saber en la fecha que yo recibí el nombramiento a los tres meses sitúe la celebración que coincidió con el novenario de Santo Cristo, llego yo y me doy cuenta de la situación y me advierto que están de fiesta, asumí y descubrí que era sentir la vida en relación con Cristo a través de una imagen tan venerada”, externó.

Poco a poco fue conociendo todas las parroquias, visitó barrios y cada seis meses visitaba durante una quincena cada una de las vicarías y regiones de la Diócesis, su labor se caracterizó en lograr la corresponsabilidad de todos los presbíteros, laicos y religiosos. Durante su episcopado el número de sacerdotes creció llegando a un total de 103 para la Diócesis y algunos religiosos.

Foto: Leslie Delgado

 

Labor social

En su obispado, se crearon Caritas y el Banco de Alimentos, también tuvo gran interés por apoyar a los migrantes, posteriormente el crecimiento de la población hizo necesaria la creación de más parroquias, cuando se hizo cargo de la diócesis, en Saltillo había solamente cuatro, para 1999 logró la construcción de 27 y al final de su mandato se crearon 36 nuevas parroquias, además, cimentó las bases para la creación de la Diócesis de Piedras Negras, y fundó el Seminario Auxiliar de aquella ciudad.

El 26 de julio de 1996 celebró solemnemente sus Bodas de Plata Episcopales, y el 31 de diciembre de 1999, el Papa Juan Pablo II le aceptó la renuncia, siendo posteriormente nombrado, por el Consejo de Consultores de la Diócesis de Saltillo, Administrador Apostólico Diocesano, y el 20 de marzo del 2000 le entregó la posesión de la Diócesis a fray Raúl Vera López, siendo desde entonces obispo emérito de Saltillo. 

Por su parte el Obispo de Saltillo, Monseñor Hilario González envió un mensaje de felicitación a su antecesor destacando la lucidez y las enseñanzas que han aprendido de Monseñor Villalobos. 

“Estamos agradecidos con el don de la vida, siempre hay que agradecerlo y en esta longevidad de Monseñor Francisco Villalobos descubrí en él la perseverancia, el ofrecimiento de sí mismo. Yo le decía a los seminaristas ‘el sacerdote está para desgastarse, para dar su vida’ y es cierto, puede haber una muerte repentina por la enfermedad o por algún accidente, a veces puede dar la vida precisamente porque expone predicando el evangelio, pero también está el dar la vida a lo largo de toda la vida y nos enseña lo que significa la constancia. Le mandamos este saludo y agradecemos el don de su vida y su testimonio”, compartió.

Foto: Leslie Delgado

 

Celebración, hasta el 5 de febrero

La celebración eucarística de acción de gracias por el 101 aniversario de vida de Monseñor Francisco Villalobos Padilla, obispo emérito de Saltillo, se celebrará el próximo 5 de febrero ante el reposo que debe guardar tras haber salido avante de su contagio de Covid.

El reporte médico hasta el 31 de enero indicó que Villalobos Padilla no tiene síntomas de Covid-19 y se encuentra en buenas condiciones de salud.

“Excelente estado de ánimo de monseñor, ya recuperando su vida normal, comiendo en su mesa, asintomático completamente”, indicó el último reporte de la dirección de prensa de la Diócesis de acuerdo a lo anunciado por el médico de cabecera del obispo.

Datos de la Diócesis de Saltillo indican que Monseñor Villalobos llega a este día como el único obispo del mundo con más de 100 años de vida, más de 50 años como obispo y más de 70 como sacerdote.

Aunque no tienen el dato para asegurar que es hoy el obispo con más edad en el mundo, pero sí que es el que tiene más edad en Latinoamérica según lo informó el vicario general Gerardo Escareño.

 

En el año 2020 fallecieron dos obispos de más de 100 años de edad. 

En el mes de junio de ese año a causa del coronavirus falleció el obispo chileno Bernardino Piñera a los 104 años.

Después, en noviembre de ese año, el obispo emérito de Tenerife, España, Damián Iguacen Borau, quien en ese momento era el obispo con mayor edad, falleció a los 104 años.

Ni en la página oficial del Vaticano se puede encontrar un apartado para consultar las edades de los obispos en el mundo.