Saltillo, Coahuila / 4 Abril 2018
Por: Sonia Pérez
Tiene fama de ser la plaza de quienes no se ocupan de actividad alguna y es que, por su ubicación céntrica, accesible y en medio del mayor centro de actividades cotidianas de Saltillo, la Plaza Acuña, es el lugar ideal para un reposo en medio del ajetreo.
Porque a diario y a todas horas está llena de hombres, la mayoría adultos mayores, se le ha catalogado, en vocabulario común “la plaza de los huevones”
Pero un grupo de trabajadores de la construcción, sin proponérselo, asegura que contribuye a cambiar la fama de este emblemático lugar con cuyo nombre, se rinde honor al poeta saltillense Manuel Acuña.
“Le venimos a cambiar el nombre a la plaza, de que es la plaza de los flojos, de los huevones y que vean que hay gente que trabaja”, señala Jesús Cedillo, entre risas y aludiendo a la conjugación contradictoria entre el nombre popular que ya cobró fama entre los saltillenses y su presencia, junto a siete trabajadores que tomaban un respiro tras la ardua jornada de trabajo.
Siete trabajadores, hombres que portan su chaleco anaranjado sentados al pie de la escultura blanca dedicada a Manuel Acuña, el autor de aquel “Nocturno a Rosario”, sobresalen entre las decenas de personas que también reposan en ese lugar de esparcimiento.
Aquí, a diario se toman alrededor de 40 minutos de su hora de trabajo para disfrutar de sus alimentos y recobrar fuerzas para seguir laborando para una empresa de construcción que en el centro de la ciudad realiza obras para una tienda.
“Salimos a comer, la hora de la comida la tomamos aquí y volvemos a nuestro trabajo en la construcción después de ocho horas”, asegura.
Sin darse cuenta que su vestimenta y sus manos agrietadas los delata como trabajadores, sacan de la bolsa de su pantalón herramientas como la cinta métrica para probar que no forman parte del grupo de personas que no hacen nada.
Tras la aclaración, se retiraran a proseguir con sus labores.